Riak
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Elfo
Nombre : Su-Riak de la Casa del Arce (Riak)
Escuela : Escuela del Bosque Dorado (ex-alumno), Maestro de la Fortaleza de Aressher (magia) y de Rossnatt (Transformación)
Bando : El Dios
Condición vital : Vivo, Kin-Shannay (Kai: Nessa)
Cargo especial : Maestro de Aressher (magia básica), Maestro de Transformación
Rango de mago : Nigromante, Especialista en Magia de Transformación
Clase social : Noble, destituido de su cargo como duque de la Casa del Arce, actual Duque de Nyx
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Desde una celda oscura [Privado]por Riak, Jue Mayo 23, 2013 12:17 am
Los archimagos no me habían tratado bien y eso que era un señor importante. Un nigromante, un maestro de magia, el líder de la Necravia, el Duque de Nyx... ¿Nada contaba? Incluso era un elfo (por desgracia). Las normas solían ser distintas para los elfos. Y para los amigos de Anaë'draýl. También para los de Shewë. Pero los que no eran amigos del Concilio a veces también tenían ventajas si contaban con orejas puntiagudas.

No era una de esas veces. Estaba encerrado en una prisión de paredes gruesas y sin barrotes. No se arriesgaban a que pudiera ver el exterior. Ni siquiera había ventanas, aunque sí luces. Tampoco se arriesgaban a dejarme en la oscuridad.

Llevaba algún tiempo en la prisión, que era poco para los de mi raza pero mucho para un prisionero. Estaba encadenado por los pies, por las manos e incluso por la cintura. Eran cadenas mágicas, que me inmovilizaban, y me suministraban a menudo venenos que me impedían usar la magia. La vigilancia era... terrible. Me torturaban a menudo. Tenía ganas de beber. Querían sondearme la mente, aunque era moralmente ilícito, y leerme el pensamiento. Me hacían preguntas para que pensara en ciertas cosas, pero yo siempre me reía y pensaba en otras, y ellos se frustraban, porque no conseguían lo que querían.

Aunque..., ¿qué querían? No sé qué querían. Anaë'draýl quería ensañarse conmigo, por eso la mayor parte de las heridas que tenía me las había abierto él. Me dolía todo el cuerpo y sangraba. Sangraba bastante, pero sin llegar a desangrarme. Era simplemente una estrategia para prolongar el dolor. Mi querida parejita de elfos se entretenía mucho haciéndome sufrir. Debían estar disfrutando lo que nunca habían disfrutado en su prolongada y aburrida vida matrimonial. Pagaban su frustración conmigo.

Lord Strord también probó conmigo algunos instrumentos de tortura que no me apetece recordar, pero siempre en busca de respuestas. Me dijeron que me iban a matar y que llevarían mi alma al Laberinto de las Sombras, para que desapareciera, entre pesadillas, y no regresara jamás. Era realmente una condena horrible, y yo lo sabía porque ya había estado en el Laberinto.

Pero, a aquellas alturas del juego, ya no me detenía a pensar en ejecuciones ni en nada. Estaba... como en una nube. Como fuera de la realidad, por encima del dolor. A veces, al borde del delirio. A veces, planeando fugas. Cuando planeaba fugas solía estar un poco más cuerdo. Era por las noches. A veces me dejaban solo por las noches.

Yo no sabía cuándo era de noche, porque no se veía el cielo y siempre había luz. Pero tenía la sensación de que era de noche. Era como un instinto. Entonces empecé a pensar cómo escaparía de allí sin magia y con doce archimagos esperándome en la puerta. Era complicado.

Voy a matar a Anaë'draýl y me quedaré con la Escuela del Bosque Dorado —dije, en voz alta, para que me escuchara alguno de los guardas de la puerta—. Luego avisaré a la Dama Roja para que se encargue de todos los elfos del Concilio.

Luego agaché la cabeza y me quedé en silencio. Cuando saliera, me vengaría de todos. El Dios no podía dejarme morir allí, desaparecer para siempre... Un error lo tiene cualquiera. Sin fuerzas y aturdido, permanecí en silencio, sin esperar nada y, al mismo tiempo, aguardando una salvación que no sabía cuándo llegaría, ni si llegaría algún día.

Nessa
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Re: Desde una celda oscura [Privado]por Nessa, Jue Mayo 23, 2013 1:38 am
— ¿es enserio? — Pregunté incrédula mientras me aparecía ante mi Kin-shannay — ¿prisionero? Se supone que eres poderoso, nada te vence — así era nuestra relación, él era el malo y yo su conciencia intentando llevarlo por el buen camino, pero como nunca me hacia caso en nada simplemente me burlaba de él de la misma manera que él de mi — no es agradable cuando es a ti a quien te lo hacen ¿ verdad? — dije cruzándome de brazos. Sin embargo, en el fondo sentía lastima por él y me dolía verlo así, no quería que sufriera y de verdad sentía las fuertes ganas de poder ayudarlo. Mi sonrisa burlesca se borró y me acerqué a él cuidadosamente.

— ¿que voy hacer contigo? — dije suavemente mientras posaba mi trasparente mano en su mejilla de forma cariñosa — quisiera poder ayudarte y no se como… no soy maga, fui sólo una simple humana adoptada por elfos que falló en la prueba de fuego... pero me pusieron a cargo de ti y juré cuidarte… lamento no poder hacerlo muy bien



Riak
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Re: Desde una celda oscura [Privado]por Riak, Vie Mayo 24, 2013 11:23 pm
Y entonces, cuando menos lo esperaba, apareció ante mis ojos la última persona que habría pensado que aparecería. Era Nessa, la chica muerta que había asegurado ser mi Kai. Solo se me había aparecido una vez, hacía ya bastante tiempo, en tierras de humanos. ¿Qué estaba haciendo allí? ¿Por qué venía precisamente en aquel momento, cuando me iban a matar?

De cualquier forma, eso no me importaba. Esbocé una ligera sonrisa y la miré a ella, aunque para los demás, si me hubieran visto, sería como si estuviera mirando a la nada. Siempre había pensado que la asignación de una Kai solo me traería problemas, pero ahora era mi única esperanza. No podía hablarle directamente, porque corría el riesgo de que alguien se diera cuenta de que ella estaba allí.

¿Pero quién sospecharía si en mi mente apenas quedaban ya retazos o palabras de cordura? Solo tenía que continuar con mis amenazas, las amenazas que le hacía a Anaë'draýl aunque no me escuchara. Mi querido Maestro me iba a pagar una a una, con sangre y lágrimas, todo lo que me había hecho.

Nessa se burló de mí y yo me reí. No, efectivamente no era agradable lo que estaba pasando. Verla a ella me devolvió parte de mi esencia y puso en funcionamiento mi mente que, desorientada por el dolor de las heridas, volvía a tejer nuevos planes de fuga. Y es que sí, debía ser de noche. El aire olía a noche, a una noche subterránea, como esas de Shaulen.

Sucios y rastreros archimagos... —empecé a decir. Quien me escuchara podría pensar que hablaba sin coherencia, pero esperaba que mi Kai fuera lo suficientemente perspicaz para entenderme—. Voy a salir de aquí antes de que me maten. Soy inmortal. Soy un elfo inmortal. Fanáticos de la Diosa, endemoniados, ustedes que hablan de luz y bondad, esto es lo que hacen realmente...

No aparté mis ojos de Nessa ni un solo segundo. Ella se acercó a mí y posó su mano inmaterial sobre mi mejilla. «¿Ves lo que pueden llegar a hacer aquellos que se consideran bondadosos?», pensé.

Oh, los dioses —continué; cuando decía "dioses", quería referirme a ella— me sacarán de aquí. Me ayudarán. ¿Me ayudarás...? Ellos son los únicos que pueden hacerlo.

Y me quedé en silencio, esperando a que ella hablara y deseando que entendiera que no podía hablar con total libertad.

Nessa
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Re: Desde una celda oscura [Privado]por Nessa, Sáb Jul 20, 2013 9:35 pm
Off:  sorry  por  avandonarte,    cosas  de  la U.  muchos  trabajos.


On

Comencé  a   caminar  de  un  lado   a  otro  ,   sabiendo   que  no     había  tiempo,  y  tenia  que  ayudarlo  
—  si,  si  te  ayudaré…  los  dioses  te  ayudaran,  Riak,  sólo déjame  pensar—  le   dije   llevándome  las  manos  a  la    sienes.  Luego   entre   cerré los  ojos   sonriendo    mientras  lo   miraba  dije:
— se  que  los   guardias   no   son  kin-shannais,  porque  no   dijeron  ni   hicieron  nada   cuando   pasé  por  los  pasillos ...sigue   gritando,   distráelos ,  tengo  un  plan,  es  un  tanto  infantil  pero   funcionará 

Desaparecí   antes  sus   ojos  y  enseguida    aparecí   fuera   de  la   celda,   los  dos  guardias   de   turno   estaba   caminando  en  dirección  a  la  celda,  justo   lo  que  necesitaba.  El  guardia   que  tenia  las  llaves  estaba   distraído    hablando   con  el que  lo   acompañaba
— ¡cállate  o  te  daremos  tu  merecido,  idiota!
—  Está  demente,  sólo  hay  que  ignorarlo
 

Mientras  ellos  se  burlaban  de   Riak  yo  me   concentré   con  todas  mis   fuerzas  para  que  mi  poder  de  tocar  las   cosas   funcionaran. ,  me   acerqué  al    guardia  por   detrás  y  le   di   una  patada    haciéndolo  caer   de  bruces,  pude  ver  que  se  golpeó  la  frente  contra  los  abarrotes y   sangró.    enseguida,  el   guardia    que  llevaba  las  llaves  de  la   celda  se   agachó   en  su   ayuda   y  en  aquel   momento  tomé  esa  gran  argolla  llenas  de  llaves   volviendo  a  desaparecer  y  aparecer  nuevamente  dentro   de la  cárcel
—  ahora  no  podrán  entrar,  pero  tú  podrás  salir,  debemos  esperar  que  alguien nos  rescate.
Amy Lackless
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Re: Desde una celda oscura [Privado]por Amy Lackless, Dom Jul 21, 2013 12:31 pm
Un tiempo después...


La guardia, tras conseguir desbloquear la puerta cerrada, ordenaron aumentar la potencia, y la frecuencia con la que eran administrados, de los venenos administrados al reo, para evitar así más atentados mágicos.

~~o~~

Tras escapar de mi encierro en el mundo de los muertos, las Tierras Eternas, el Otro Lado, sea cual sea el nombre que se le diese, tenía bastante claro cual sería mi primer cometido, para hacerles entender a los siervos de la Diosa que el Dios aún seguía activo. Esperando el momento justo para atacar.

Tuve una inmensa suerte al encontrarme en las sinuosas calles de Ekhleer, cuando la luna brillaba en lo alto del cielo, haciéndose ver aunque el cielo estuviese manchado por nubarrones oscuros, presagio de tormenta.

Aunque el lugar me llenaba el corazón de nostalgia, debido a mis vidas pasadas, con las cuales me había reencontrado hace pocos, sacudí mi cabeza, esparciendo por los lares mis sangrientos cabellos, olvidando así todos aquellos pensamientos, centrándome, finalmente, en mi misión: Sacar al borrachuzo de Riak de su encierro.

Me encaminé por las calles, atravesando a gente y a magos por igual, paseándome por callejuelas y casas y habitaciones y escalinatas y todo tipo de edificaciones, flotando ausentemente hacia la parte baja del edificio del Concilio.

Aunque decir "parte baja" se queda un poco corto, pues a donde me dirigía, realmente, era hacia el subsuelo. Hacia la parte más profunda de la Prisión del Supplicium. El único punto de todas las tierras de la luz donde la Diosa nunca miraba, a causa de las atrocidades ahí cometidas.

Que, bajo ningún modo insinúo decir que eran mayores que las cometidas en nuestros reinos, pero eran bastante atroces de cualquier modo.

~~0~~

Clank, clank, hicieron las cadenas.

Cuanto más descendía entre los laberínticos sótanos, buscando el sótano más profundo, aquel en el que estaba encerrado y encadenado y envenenado, custodiado y atrapado el reo (posiblemente) más peligroso confinado en la prisión en estos momentos. En otras palabras, el borracho que tenía que salvar, Riak.

Según iba descendiendo, planta por planta, más guardias veía, y veía más y más símbolos de la Diosa. Hasta en este lugar tan alejado de los cielos se veneraba a la Diosa. Hasta después de ser capaces de cometer tales atrocidades.

La mera visión de los plateados soles me llenaba de ira y asqueaba lo más profundo de mi incorpóreo ser. Me sorprendía el hecho de que no tuviesen ningún modo de interferir con la presencia de seres inmateriales. ¿En serio no pensó nadie en el hecho de que una nigromante muerta pudiese infiltrarse en la prisión para rescatar a uno de sus compañeros presos?

Eso, queridos lectores, se llama mala preparación.

Fui descendiendo plantas, yendo cada vez más y más abajo. Con cada piso que bajaba, las paredes se hacían más oscuras, más húmedas, más próximas unas a otras, y los guardias más malhumorados, y la presencia de la luz cada vez más tenue y más tenue, hasta encontrarnos, en el piso más bajo, en una oscuridad casi perpetua.

Y el silencio. Oh, el silencio, quebrado solo por las cadenas de los prisioneros y los pasos de los guardias. Pero cuanto más bajabas menos prisioneros había y menos guardias hacían ruido. Entonces, se llegaba a un punto en el cual el silencio lo envolvía todo, y el traqueteo de las cadenas no era más que un suspiro en la eterna noche de las negras celdas en las que estaba confinado el elfo aquel.

Pues bien, hacia aquellas celdas oscuras me encaminaba yo, donde esperaba encontrar atado, encadenado, olvidado y maltratado al pobre nigromante que dejóse capturar por el Concilio.

Si queréis mi opinión, muerta antes que presa.

~~o~~

Había llegado un punto en el que tanta oscuridad había llegado a incomodarme.

Si tuviese mi cuerpo, lo primero que habría hecho sería un hechizo para ver entre las impenetrables sombras que colmaban este lugar. Pero, al no poder hacerlo (y aunque poseyese el cuerpo, cualquier rastro de magia habría sido detectado irremediablemente y mi plan habría sido tirado por la borda), me encontré imitando a la sombra de un guardia que siempre llevaba consigo una pesada lámpara de aceite, la cual sujetaba con la mano izquierda.  

De su cinto colgaban las llaves de varias celdas, que, a cada paso, golpeaban y golpeaban contra su armadura, creando así un tintineo irritante, pero que debía soportar. No podía alertar a nadie de que estaba aquí, no aún.

Continué bajando los pisos y los sótanos hasta adentrarme en las profundidades del Supplicium. Casi llegué a crear que nos encontrábamos en el Reino de las Sombras donde el Dios moraba. Pero siempre había una antorcha, o una vela, o una lámpara, que arrojaba luz.

Hasta en estos páramos alejados de toda influencia de la Diosa estaba presente su querida luz.

~~o~~

El guardia tosió una vez, antes de golpear fuertemente la puerta de hierro negro que encerraba al reo más preciado del Concilio, un nigromante.

¡Haya paz! —Gritó el guardia, y se puso a toser una vez.

El guardia, sujetando una pequeña vela, se encaminó hacia la mesa y se sentó en la silla que había junto a ella. Dejó ahí la vela, y miró durante unos instantes el trozo de carne que había en un plato de madera, considerando comerlo él mismo en vez de dárselo al prisionero. ¿Desde cuando se les trataba a los reos con tanto aprecio?

Así que eso hizo. Tomó el trozo aquel de carne y se lo llevó a la boca, y le dio un mordisco.

Y, entonces, sintió como se atragantaba con la carne. Pronto su cuerpo comenzó a convulsionar, escupiendo violentamente el pedazo de ave que era del reo, y se llevó una mano a la garganta y otra al pecho, aferrando fuertemente el talismán del sol plateado, símbolo de la Diosa.

Pero eso no le salvó.

Un guardia fue alertado por el sonido, que llegó hasta el sótano más profundo justo en el mismo momento en el que el guardia se levantaba del suelo.

¿Qué pasó? —Interrogó el primer guardia.

¡Ese elfo malnacido ha usado un hechizo contra mi! ¡Claramente no le hemos dado suficiente veneno! ¡Trae el veneno! Y ya que estás, una botella de vino, para tranquilizarme —Ordenó el guardia de las convulsiones.

El primer guardia hizo lo que el segundo le pidió, y del primero no volvió a saberse nada.

Entonces, tras asegurarse de que nadie podría interrumpirle, le quitó el corcho a ambas botellas y las contempló durante largo tiempo. Cogió aquella botella larga, que carecía de algún olor, y vació los contenidos en el orinal. Entonces, echó un poco de vino en la botella, volvió a poner el corcho, y agitó la botella anteriormente nombrada, y vertió los contenidos nuevamente en el orinal, tras haber limpiado el interior de la botella.

Y entonces vertió los contenidos de la botella de vino en la botella del veneno y puso el corcho a las dos, y se limitó a sonreír.

~~0~~

Clank, clank, hicieron las cadenas.

Giró una, dos, y tres veces la llave que había introducido en la cerradura, y alumbró el interior de la celda con su tenue luz.

La visión le parecía ridícula, divertida, y finalmente, un tanto lastimosa. Ver a aquel nigromante, de tan grande poderío, reducido a aquel elfo flacucho, con un cuerpo lleno de magulladuras, tan encadenado que parecía que más que elfo era cadena.

El guardia se acercó a él y, aunque el elfo intentó zafarse y golpearle con las cadenas, le atrapó las muñecas y se acercó a su rostro.

No se podía ver muy bien por la oscuridad casi perpetua del lugar, pero los ojos de aquel guardia eran rojos, como rubíes ensangrentados engarzados en orbes de alabastro. Unos ojos milenarios, que habían vivido docenas de vidas y muerto docenas de muertes. Los ojos inconfundibles de... Amelia.

Omnes males mundi vobis desideramus. —Susurró aquel guardia, antes de llevarle la botella del veneno a la boca. Aquella botella que contenía vino. No dulce vino de Tamika, no, pero tendría que valer.

Y el guardia se levantó y se acercó al mecanismo que suministraba veneno al reo, y aprovechando un pedazo de hueso que había conseguido del ave, atrancó el mecanismo, dejándolo inservible.

Y el guardia se alejó del reo, llevándose consigo la luz, y cerró la puerta.

Tres veces sonó el cerrojo al girarse tres veces la llave, como era de costumbre, y se escuchó el tintineo de las llaves contra la armadura del guardia mientras este se alejaba, y se escuchó como la pesada silla de madera se arrastraba sobre el suelo de piedra, y como el guardia se sentaba en ella.

~~0~~

Los días pasaron y pasaron, y nadie sintió el hecho de que el nigromante no estaba siendo envenenado, quizá a su inteligencia o a su inanición a causa de la falta de las ingentes cantidades de alcohol que consumía.

O quizá debido a que yo era su única compañía.

Cada hora que pasaba era un, nunca mejor dicho, suplicio. Algún día podría llegar un nuevo guardia para sustituirme, y cuando dejase de poseer el cuerpo de este guardia recordaría todo lo que había pasado y correría a contárselo a los perros del Concilio.

Bueno, la cuestión es que cada día esperaba con más y más ansia el día en el que el elfo el cual custodiaba me hiciese saber que ya estaba listo para escapar. Pero ese día parecía no llegar nunca, y mi paciencia tenía límites. Así como la del Dios. Y también la paciencia de los archimagos del Concilio. No iban a esperar miles de años antes de ajusticiarlo. Un día, eventualmente, se les acabaría la paciencia y decidirían que ya sería hora de darse una pequeña ventaja y quitarse otro nigromante de encima.

Ese día jamás podría llegar.

~~o~~

El día, tristemente, había llegado.

El guardia abrió rápidamente la puerta, girando la llave tres veces para desbloquear la cerradura que mantenía el portón de hierro que mantenía al reo encerrado. Se podían escuchar las pisadas de los guardias que descendían rápidamente las escaleras.

Tomó al elfo por la mano y lo alzó a la fuerza, y usando una llave abrió el candado de ambas muñecas, las cuales estaban ya en carne viva debido a todo el tiempo que había estado encadenado, lo que causó fricción que acababa con su carne y su cuerpo. Lleguó a desatarle también de sus cadenas de los pies, pero en aquel entonces ya llegaron los guardias.

Se levantó e iluminó el lugar con la vela. Ellos tenían otra igual.

Hola, chicos. —Les dijo y les sonreó.

Les arrojó la vela, y pronunció un hechizo.

IakGajaNänIakTótUvSasel

Y las llamas de ambas velas crecieron y se tragaron a los guardias, y los gritos de dolor de estos alertaron a más guardias y así sucesivamente. Sin embargo, el guardia no perdó la calma y continuó con las cadenas de su cintura. Eventualmente las desató, y para aquel entonces ya habían llegado más guardias, y uno de ellos se había abalanzado hacia el elfo y el guardia de los ojos rojos.

Pero el guardia y el elfo habían desaparecido de aquel lugar, y el guardia chocó contra la pared y cayó entre las cadenas.

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