NOTA: Este post se desarrolla de forma paralela al capítulo I. El Capítulo I todavía no está cerrado y se puede seguir posteando en él.

Sentado en mi trono de hierro, observé a través del Espejo Generoso el desarrollo de la batalla. Centenares de nuestros soldados perecieron durante las primeras horas, mientras que el ejército invasor continuaba atacando sin piedad. Alquamed había muerto y el Secreto del Fuego escogió a Bast como su nuevo dueño. Para colmo, Titannia había decidido desertar, presa del pánico.

Pero de pronto, un rayo de esperanza surgió de repente... en forma de música. Mi plan había funcionado a la perfección: Iaga estaba utilizando su flauta para someter al ejército enemigo bajo un hechizo hipnótico. Reconozco que tiene mucho talento. En estos momentos, los soldados de Wolfkrone deben de estar dándose cuenta de lo absurda que es esta batalla y en breve arrojarán sus armas al suelo. Era consciente de que aquello no serviría de nada contra los monstruos de Amy, pero de eso se encargaría Raven.

Ahora tenía que ocuparme de otro asunto: ¿a quién voy a obsequiar con el prestigioso Secreto de la Tierra? Bueno, supongo que pronto lo averiguaré. Solo espero que tanto Flextus como Nayade sean puntuales. Odio que me hagan esperar.

Estaba en mi habitación, durmiendo profundamente, hasta que una horrile sensación me despertó. Miré hacia todos lados, pero en apariencia todo estaba tranquilo. Escuche con atención y detecté un ruido que parecía lejano, pero no lo era. Mis temores se cumplían, la Batalla había comenzado.

Intenté volverme a dormir, aunque tenía una sensación de angustía en el pecho que no me lo permitía. Así que me levanté, me vestí y empecé a dar vueltas por la habitación. No tenía muy claro si me estaba permitido salir, aunque no pensaba que nadie fuese a impedirmelo. De todas maneras , no tenía pensado salir, al menos de momento.

Una media hora después, llamarón a mi puerta para informarme de que Xerxes me estaba esperando. Eso no podía ser bueno, algo había pasado. Tenía cierta idea de qué podía querer decirme, pero era mejor no hacer suposiciones. De maner que me eché la capa sobre los hombros y me dirigí a su encuentro.

Llegué a la sala en la que Xerxes estaba sentado en su trono. Empujé suavemente la puerta y recorrí con paso firme el espacio que nos separaba. Me detuve un poco antes de llegar al trono y obsequié a Xerxes con una bonita reverencia, fruto de mis muchos años de práctica. No parecía que la batalla fuese del todo mal, ya que él no parecía preocupado.
-Buenos días Xerxes. Saludé, esperando una explicación por su parte.

¿Pero que? cuando me encontraba en pleno fragor de la batalla, aparecieron unos emisarios, traían ordenes de que Xerxes quería que verme, ¿que podía ser mas importante que ayudar a ganar su batalla? sin mas decidí retirarme del campo de batalla para ver que era tan urgente, mientras tanto, los soldados del norte parecían inseguros y muchos ya se retiraban, sin duda había sido a causa de esa melodía que un rato antes todos habíamos podido escuchar.

Un rato después, llegue al salón principal de la muralla, una puerta cerrada separaba el salón de los pasillos que lo rodeaban, en su interior se suponía que se encontraba el trono donde los señores de la muralla aguardaban su escuela.
abrí la puerta y allí estaba Xerxes, a su frente se encontraba Nayade, cosa que me sorprendió bastante, ¿que se traía el portador del secreto de la luz entre manos esta vez?

Me acerque con ligereza asta donde se encontraban ellos, mire rápidamente- a los dos con un gesto de duda - ¿Que a pasado?-

Flextus ni siquiera se preocupo en saludar a los demás, algo extraño en el.

Los dos acudieron a mi llamada. Puntuales, tal y como a mí me gusta

- Compañeros - anuncié, dramáticamente - La situación es peor de lo que imaginamos. Alquamed ha muerto y Titannia ha decidido desertar.

"No voy a enredarme con detalles innecesarios. El caso es que el Secreto de la Tierra se ha vuelto a quedar sin dueño y necesitamos urgentemente a un nuevo portador de cara a los duelos. No tenemos mucho tiempo. ¿Alguno de vosotros quiere gozar de este honor?"

Espero que respondan rápido. Tengo la sensación de que nuestros invitados se acercan

- Compañeros - empezó a explicar Xerxes, con un toque algo teatral.- La situación es peor de lo que imaginamos. Alquamed ha muerto y Titannia ha decidido desertar.
"No voy a enredarme con detalles innecesarios. El caso es que el Secreto de la Tierra se ha vuelto a quedar sin dueño y necesitamos urgentemente a un nuevo portador de cara a los duelos. No tenemos mucho tiempo. ¿Alguno de vosotros quiere gozar de este honor?"

Dos secretos menos... Alguien tendría que hacerse cargo del secreto de Titannia. Y no es uqe yo no quisiera, pero no me sentía preparada y además todavía no era una maga consagrada. Así que, en mi opinión, era mejor para todos que se lo quedara Flextus.

-Xerxes yo... no me veo preparada para aceptar tu propuesta, y además, no soy aún una maga consagrada. No creo que pudiera servir de mucha ayuda...- Contesté tristemente. Y justo en ese momento, un pensamiento horrible se adueñó de mi cabeza. Si había dos portadores muertos, y Xerxes solo buscaba un sustituto para Titannia, eso era que el secreto de Alquamed ya había encontrado un nuevo portador... Y estaba casi segura de que el secreto de Alquamed era el secreto del fuego...
Tenía un presentimiento horrible y a medida que mis deduccines se aproximaban a una respuesta, este empeoraba rápidamente. Tenía que saberlo, tenía que preguntarlo.

-Xerxes, si Alquamed ha muerto, ¿quién es ahora el portador de su secreto?-Pregunté sin poder evitarlo, conociendo ya la respuesta.

Nayade aclaró que no se sentía preparada para portar el Secreto de la Tierra. Acto seguido, preguntó con una gran inseguridad por el portador del Secreto del Fuego:

- Me temo que tu prometido se ha llevado el premio gordo, querida - le respondí, sabiendo que sabría lo que quería decir

Puedo imaginar su reacción, pero no tengo alternativa. Necesito a su "fiera nocturna" para mis propósitos...

¿Como? Xerxes se había vuelto mas loco de lo que ya estaba si pensaba que yo me aria el portador de un secreto así por las buenas, bastante me había costado tener que luchar junto a la guardia de el amanecer...

-Xerxes... tienes a algunos de los maestros de la escuela a la que yo pertenezco jugándose la vida para luchar contra vosotros, ¿piensas que puedes arrastrarme a los seis secretos, sin ni siquiera yo compartir vuestros mismos ideales, y sin ni siquiera tener un mínimo motivo para hacerlo? - Flextus miraba fijamente a Xerxes.

- As conseguido llevarte a Bast, pero yo no cogeré ese secreto tan fácilmente

- Si no compartes mis ideales, ¿entonces qué estás haciendo aquí?

Necesito que colaboren. De lo contrario este mundo será sumido en el caos. Espero de corazón que me ayuden... no me gustaría tener que recurrir a "eso"

Flextus deslizo su mirada a Xerxes algo molesto por sus palabras - Sabes perfectamente porque estoy luchando aquí, quiero liberar a Krahdovah, y por eso hice el trato con Bast...-

Flextus se giro y miro a Nayade que seguramente estaba preocupada por si le podía pasar algo a su prometido, Bast.

Escuché las palabras de Flextus con pesar en mi corazón. Si no encuentro a un portador para el Secreto de la Tierra... no quiero ni imaginar lo que sucederá. No quiero emplear mi "técnica", pero no me está dejando muchas alternativas:

- Flextus... - suspiré - Te ruego que me ayudes. Si todo sale según lo previsto... nadie tiene por qué morir. Por favor, reconsidera lo... por Bast. Por Dragovah.

Se me están acabando el tiempo, la paciencia y la benevoléncia. Por favor, Flextus, recapacita... no me obligues a actuar por tí.

Xerxes insistía, pero yo ya había tomado la decisión, lo siento por el, pero hoy no seria yo el portador de el secreto de la tierra, mire al portador de el secreto de la luz y sacudí mi cabeza de un lado a otro lentamente dando a entender que no quería.

- No puedo hacerlo... lo siento - Flextus se dio media vuelta y empezó caminando lentamente para llegar asta la salida de el salón de el trono, la verdad es que no sabia cual iba a ser la reacción de Xerxes en este momento.

La respuesta de Xerxes haía sido exactamente la que yo esperaba. Y eso me estaba poniendo histérica. No ganaba para disgustos. No bastaba con que Bast pelease en la batalla, también tenía que apañárselas para conseguir un secreto y participar en los duelos... Estaba claro que su objetivo era que a mi me diera un ataque de nervios...

Mientras estos pensamientos pasaban por mi cabeza, mi cuerpo estaba completamente en shock, pero aún así me enteré de la discusión de Xerxe y Flextus. Y eso solo hizo que me preocupase más. Flextus no quería el secreto de la Tierra, pero yo no me lo iba a quedar y si Flextus era la única opción de Xerxes... En mi opinión, estaba claro que Flex se quedaría con el secreto, lo que me preocupaba era si sería por las buenas o por las malas... Esperaba que no tuviese que ser por los malas.

En ese momento, Flextus se encaminó hacia la puerta. Eso no era bueno. Pero yo seguía sin poder moverme y aunque hubiera podido, no me habría movido. Aunque no sabía que hacer, no sabía que planes tenía Xerxes para mí, ni que quería que hiciera. Además, estaba preocupada por Bast, que seguía allí fuera. Lo único bueno era que un presentimiento me decía que estaba vivo todavía.

Paso tras paso, oía a Flex avanzar hacia la puerta alejándose de Xerxes y su secreto.

No iba a permitir algo como eso.

Antes de llegase a abandonar la sala entré yo, y cerré la puerta detrás de mí, en un gesto que marcaba claramente mis intenciones. Por un momento se desvió mi mirada hacia Nayade, y recordé como le había prometido volver vivo, una promesa que se volvía mas difícil de cumplir con mi entrada en los duelos.

"Todo está bien"-me dije para mí mismo

Eso ocurrió durante un único segundo, y enseguida volví a centrar mi atención en Flex. Lentamente, saqué de detrás de mi capa el frasco donde, sumergido en un plasma verdoso, reposaba el huevo de Sulepeth. Apenas había ningún cambio, pero un observador atento podía notar una grieta en el huevo.

-No te lo he dicho antes porque contaba con que Titannia lo repararía, pero ahora ella no está y esta cría está en problemas. Antes el líquido le administraba los nutrientes necesarios y lo mantenía en un estado de conservación, pero sin entrar en contacto directo. Ahora el huevo se ha roto, y el plasma parece ser corrosivo al contacto. No es que sea gran cosa o no quedaría anda del huevo, pero si lo suficiente como para dañar a algo tan débil como una cría no del todo desarrollada, sobretodo si tenemos en cuenta que está las 24 horas del día en contacto con este.

Si pudiese lo curaría, pero lo que necesita escapa del control del elemento fuego. La cría necesita que se le reconstruyan partes enteras de su cuerpo. Se necesita mucha delicadeza y control del elemento Tierra, pero ni siquiera tú, que le eres afín, no podrías lograr tal proeza sin el secreto correspondiente.

Coge el secreto si quieres que Kradovakh tenga alguna oportunidad de volver a su cuerpo. Recibiras la mano negra, y habrás de participar en los duelos, pero tras estos te podrás librar de esta si también lo haces con el secreto, y podrás volver ala Torre.

Otro estaría pendiente de Flex en ese momento, pero yo no solo contaba con que aceptaría el trato si no que mi mirada no dejaba de desviarse, sin quererlo, hacía Nayade. Realmente quería hablar con ella.

Estaba justo frente a la salida cuando derrepente empecé a notar una presencia oscura y a la vez ardiente, me resultaba bastante conocida, si, se trataba de Bast que se metió en la sala y cerro la puerta con un gesto de "¿donde crees que vas?" El nuevo portador de el secreto de el fuego se fijó un momento en Nayade, y después volvió hacia mi, yo conocía esa mirada... sin duda Bast había tramado algo, o eso era lo que yo acababa de entender.

Después de un instante Bast me soltó sus palabras, dándome a entender que el no podría cumpliría su parte de el trato sin que yo, arriesgara tanto, cogiendo el secreto de la tierra...

En mi cara se reflejo por un momento un gesto de furia, pero después pude calmarme, yo no quería ser portador del secreto de la tierra, de hecho, todavía no me habían convencido Bast, ahora no puedes hacerme esto, yo estoy cumpliendo mi parte de el trato al luchar junto a la guardia del amanecer, tu... debes cumplir tu palabra, debes hacerlo, y te las tendrás que arreglar de otro modo, sabes bien que mi lealtad a la torre es muy dura de romper y que he hecho un gran esfuerzo al venir al culo de el mundo a defender la maldita muralla... -

Estaba muy enfadado y decepcionado...

Negué con la cabeza. O Flex no entendía o no quería entender. Le miré fijamente y se lo dije una vez mas, esta vez de manera que fuera seguro que lo entendiese.

-No es eso, Flex. No te estoy amenazando: si quieres que Kradovakh viva habrás de coger ese secreto, pero no por que yo lo diga, si no porque eres él único afín a la tierra de aquí. Con esa habilidad y el secreto podrías reparar el cuerpo de esta cría, pero solo tú, o Titannia, pero esta última no se encuentra aquí.

Es cierto, si coges el secreto habrás de participar en los duelos, ya que recibirás la mano negra. Mucho me temo que eso no lo puedo reparar, ni tampoco Xerxes o nadie. Pero una vez hayas participado en estos si renuncias al secreto perderás también la mano, y podrás volver a la escuela.

Pero quédate con la primera parte del mensaje: solo hay una manera de que la cría se salve, y es cogiendo ese secreto. Tu escoges si salvar a Kradovakh o condenarlo a vivir dentro de tí hasta vuestra muerte.

Bast insistía, y yo no podía dejar de pensar en que no me dejaría que me convencieran, pero en ese momento, recordé que Krahdovah estaba donde estaba para salvarme a mi, y que yo una vez prometí que lo devolvería a la vida, en ese momento sentí que debía hacerlo, pero por otra parte sentir que traicionaria a la torre me lo intentaba impedir.

En ese momento se me ocurrió, no tendría por que ser así, podría ser portador de el secreto de la tierra sin ser un traidor por completo, aunque claro, eso dependería de el punto de vista que tuviera cada uno...

- Esta bien, me quedo con el secreto de la tierra, obtendré la mano negra y participare en los duelos, pero a partir de ahora yo guardare el huevo de dragón, se que te resultara sospechoso y seguramente no te fiaras ni un pelo, pero es solamente para asegurarme de que a partir de ahora no vas a volver a hacerme chantajes como el que acabas de cometer...

Flextus estaba cediendo poco a poco pero también estaba empezando a oponer sus condiciones ante los tratos.

Sonreí al ver que Flextus acabó decidiendo colaborar... todo gracias a Bast. ¡Sabía que me sería de gran ayuda!

- En ese caso, prepárate. Tú sala es la primera

Tras aquellas palabras, me dirigí a Nayade:

- En cuanto a tí... ven conmigo.

Caminé unos cuantos pasos hasta situarme detrás del trono. Allí se alzaba un gigantesco espejo dentro del cual se podía contemplar una incesante cortina de humo ascendente. El espejo era grande, pues alcanzaba la cúpula de mi salón del trono, el Salón de la Luz, el último de los Seis salones por los que tendrían que pasar nuestros invitados

- Este es un espejo muy especial - le dije a Nayade - Me permite hacer cosas que los mortales solo pueden contemplar en sus sueños más profundos.

"Puesto que eres tan importante para Bast, y yo soy todo un caballero, jamás me atrevería a poner a una dama como tú en apuros. Este espejo te conducirá hasta donde tú le ordenes. Basta con que le des las coordenadas y yo pronunciaré las palabras mágicas. Ponte a salvo hasta que termine todo"

En ese momento me fijé en Bast, que observaba a su prometido con aire de tristeza y pesar. Entendí sus intenciones de inmediato. No era necesario leerle la mente. Por esa razón, me acerqué a Nayade:

- Os concedo cinco minutos - le susurré al oído

Y sin más dilación, desaparecí. Tenía que proporcionarles algo de intimidad...

Accedí a devolverle el huevo a Flex, pero que volviese a hablar de chantaje me molestó. Algo malhumorado, le contesté antes de que se fuera:

-Te lo digo una vez mas, y si no me escuchas y sigues enfadado tu imbecilidad será la única culpable: si el huevo se rompió fue por el tiempo que lleva en ese frasco, no por ningún factor externo, y si te digo que cojas el secreto es porque eres el único que puedes repararlo.

Luego vi que Xerxes se llevaba a Nayade. Realmente hubiese querido hablar con ella, pero oí que la iba a teletransportar a un lugar seguro y decidí que eso era lo mejor, aliviado pero triste. Ya me iba cuando gracias a mi oído de vampiro pude escuchar a Xerxes concediéndonos cinco minutos. A la vez recibí un mensaje telepático de que un nuevo ejercito se unía a la refriega. Maldita sea, ¿no podía ser en cualquier otro momento?

Sin embargo, no iba a desaprovechar esa oportunidad, incluso cuando no me pudiese malgastar cinco minutos. Me acerqué a Nayde y le cogí de las manos mientras le decía unas palabras:

-Solo vete donde Xerxes te dice. Sobreviviré, gano o pierda el duelo, y me reuniré contigo en el sótano de la Torre, donde tu y yo caímos por accidente. Y si en un día no estoy allí...solo espera, porque significa que estaré el siguiente.

Tras esto besé su frente y desaparecí transformándome en una llamarada.