Clases prácticas
Rurik Helgason
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Clases prácticas por Rurik Helgason, Sáb Mar 17, 2018 4:37 pm
Había decidido bajar al campo de entrenamiento por varios motivos: en primer lugar, es lo que más cerca está de la Torre, a diferencia del Valle de los Lobos y los claros en sus bosques y las cavernas de las montañas que cercan el Valle, por lo que no hace falta teletransportarnos para llegar ahí antes de que pase medio día (y a la gente sin experiencia no le suele sentar muy bien eso del teletransporte). En segundo lugar, la enfermería estaba cerca por si ocurría algún accidente y no sería yo el único mago cerca. En tercer lugar, los jardines tenían algo de mala fama desde aquella vez que unos aprendices fueron a practicar y todo acabó en una batalla campal entre los magos de la Torre y los magos de los Seis Secretos.

O eso me cuentan, no estuve ahí para verlo. La cuarta razón que elegí es que en el campo de entrenamiento no hay tantas cosas que destruir, y las que sí hay suelen ser muñecos de entrenamiento creados con el fin expreso de ser bombardeados con hechizos de toda clase. No puedo decir que les envidie, pobrecitos. Aproveché para pasar por mi habitación y dejar la estatua de Svea en su sitio, y coger mi copia del Libro de la Tierra, por si acaso. El resto del trayecto (que duró un buen rato) lo pasamos charlando y resolviendo dudas. Una vez llegamos al campo de entrenamiento, la extensa explanada rodeada por una muralla cuya función era más proteger el Valle de lo que había dentro del campo que viceversa, le sonreí.

Henos aquí. Espero que hayas memorizado el camino porque vas a pasar mucho rato aquí, como todo buen aprendiz de magia.

Mi Erðesbōc, que era el título en la lengua nórdica del Libro de la Tierra (un nombre algo anticuado, a decir verdad) comenzó a flotar poco después y se colocó frente a mí, como si descansara sobre un atril invisible. Pasé unas cuantas hojas antes de darme la vuelta para mirar a Godric. Si he de ser sincero, no tenía ni idea de qué decirle al chico. A fin de cuentas, soy un alumno, no un maestro de magia... pero supongo que podría enseñarle algún truco, ¿no?

Veamos cómo lanzas un conjuro, ¿qué me dices? —Gesticulé hacia nosotros y uno de los varios muñecos de práctica se movió para colocarse a varios metros de donde estábamos—. Prueba a lanzar Lanzas Edáficas contra ese muñeco. Tómate tu tiempo.

Godric
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Re: Clases prácticas por Godric, Sáb Mar 17, 2018 7:47 pm
Godric bajó hasta el Campo de entrenamiento desde su habitación.

Al llegar al campo de entrenamiento notó un olor muy raro, como electrificante, era obvio que se había usado mucha magia ahí, quizá demasiada.
Recordó lo que  Rurik había dicho sobre la magia residual, pero no prestó mucha atención a ese pensamiento, al fin y al cabo, asustarse no le serviría de nada.

Godric miró a su nuevo amigo y luego al muñeco que parecía mirarle con una sonrisa desafiante.

Vale, ese hechizo me lo se — Godric cerró su libro y lo dejó a un lado mientras hacía un calculo rápido, distancia del objetivo, potencia, fuerza, cantidad de magia propia necesaria, magia del ambiente, el tiempo que faltaba para que la luna coronara el cielo.. — Esta vez saldrá como toca — Dijo el joven mago hablando consigo mismo.

Godric cerró los ojos un momento para concentrarse en la magia que latía en su interior... la canalizó hasta su mano derecha y la concentró entre el dedo anular y el indice.

Abrió los ojos y movió la mano con un latigazo mientras movía los dos dedos de arriba abajo con determinación mientras gritaba las mismas palabras que había recitado hacía un rato.
LindurYeferNänXénEwë

Esta vez Godric sabía que pasaría con exactitud, y estaba preparado para ello, controlaría el hechizo para lograr su objetivo.
Del suelo salieron gran cantidad de lanzas que, al menos le parecieron salir con una velocidad sustancialmente superior que las que habían salido del suelo de su habitación.

No estaba seguro si era por la cantidad de magia residual de la zona, por haber hecho mejor el calculo, por el terreno que pisaba o por ser la segunda vez que conjuraba ese hechizo.

Godric no pudo evitar sonreir ampliamente al ver el muñeco totalmente atravesado. Segundos después pensó que si empleara ese hechizo con los chicos que se metían con él... no quiso pensarlo mucho, era una idea demasiado grotesca.

— ¡Uouo! ¡No esta mal eso! ¿Verdad? — Godric preguntó a su amigo esperando, con ansias la aprobación que nunca le habían dado.
Zane Beren Ciryatan
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Re: Clases prácticas por Zane Beren Ciryatan, Sáb Mar 17, 2018 11:20 pm
Cuando la pelirroja se quiso dar cuenta, y una vez hubo deshecho el hechizo que había usado para convertir todo su equipamiento en un anillo hecho de diferentes materiales, tenía que ordenar su habitación, algo que hizo con cierta resignación, pero lo hizo. Después todo el tiempo que había pasado, era lo que menos le apetecía hacer, pero lo hizo. Pero lo hizo con estilo.

Se colocó delante de la puerta y se dirigió hacía todo aquel montón de cosas que yacían sin orden el centro de la habitación, desparramadas por el suelo del dormitorio formando un escandaloso caos: libros, ropa, una espada, incluso partes de la armadura que utilizó en cierta revuelta campesina, entre otras cosas sin la menor relevancia. Todo el mundo se merece algo de privacidad, ¿me equivoco?

Apuntó con sus brazos aquella pila de desorden, con las palmas bien abiertas, y murmuró rápidamente varias runas. No sucedió nada, no cambió nada.

Salvo la expresión de la joven, que ahora hacía una mueca por alguna clase de esfuerzo, como si estuviese sujetando algo demasiado pesado. Su cuerpo acompañaba aquella expresión: estaba tensa, y los brazos luchando por no desplomarse y sus manos parecían sostener algo invisible, algo invisible y pesado, al parecer. Pero a pesar de lo que pudiese aparecer, comenzó a elevar los brazos, lentamente, como un secreto. Conforme los movía, la pila de objetos fue alzándose en el aire, lentamente, como un susurro; objeto tras objeto se elevaba en el aire como una exhalación, y en todos los objetos comenzaba a percibirse una trayectoria, un camino. Era como si cada cosa supiera cual era su lugar, pero no era así.

Era Zane quien lo sabía, y tal vez por aquel motivo tenía poder sobre ellas.

Después de unos segundos apenas era capaz de soportar el peso que cargaban sus manos, pero ya había terminado antes de que la cosa se hiciese imposible de sostener, y todas sus pertenencias estaban en el lugar que le correspondían: los libros y cartas, ordenados en la estantería; la ropa y sus túnicas, dobladas en el armario; su armadura y su espada, debajo de la cama, bien escondidas.
***

La pelirroja había decidido ir hacía el Campo de Entrenamiento para entrenar —¿quién lo iba a decir?—. Durante su ausencia en el colegio, apenas había podido hacer magia, a no ser que fuera en secreto; y mucho menos había podido practicar como dios manda. Estaba algo oxidada, y lo notaba. Prueba de ello era el hechizo que había utilizado para ordenar su habitación: no era un hechizo fácil, no me malinterpretéis. Pero tampoco era extremadamente complicado, o al menos no debería serlo para alguien que se estaba preparando para hacer la Prueba de Fuego.

Cuando llegó, se sorprendió un poco al ver todo aquel lugar tan vacío. Pudo distinguir dos estudiantes más aparte de ella: uno de ellos era un aprendiz de cuarto grado (al igual que ella) y el otro de primero. No pudo evitar sentir cierta nostalgia ante aquella escena.

Claro que después miró un poco a la izquierda de ambos muchachos, ambos mayores que ella y observó como uno de los pobres señuelos había sido brutalmente atravesado por las clásicas Lanzas Edáficas y no pudo evitarse acercarse a aquel dúo.

Zane portaba su túnica morada con orgullo, y se movía con la firmeza de un caballero y con la delicadeza de una dama: hace unos años jamás se hubiera acercado a ellos, y ellos de haberse dirigido a ella, esta hubiera respondido con un exagerado tartamudeo, acento propio de las personas tímidas. Pero no hay nada mejor que una guerra civil en tu propia aldea y provocar un golpe de estado (¿un golpe de aldea?) para perder el miedo a cualquier tipo de acto social.

¡Felicidades! —exclamó una vez cerca de los estudiantes —. Han sido unas Lanzas Edáficas maravillosas —añadió con una sonrisa.



Última edición por Zane Beren Ciryatan el Lun Mayo 14, 2018 3:47 pm, editado 1 vez
Rurik Helgason
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Re: Clases prácticas por Rurik Helgason, Dom Mar 18, 2018 12:08 am
Y se tomó su tiempo, a decir verdad. Es decir, es lo apropiado cuando se está practicando un hechizo y lo vas a lanzar por segunda vez, aunque también es cierto que en una situación en la que se necesite conjurar unas lanzas edáficas no sueles tener el tiempo como para calcular trayectorias, ajustar la inclinación de las lanzas según la alineación entre la Luna y el astro rey y compensar por los residuos mágicos ambientales para evitar reacciones no deseadas. Sin embargo, Godric ha hecho un buen trabajo con el hechizo y él mismo parecía darse cuenta del hecho. Se había puesto de muy buen humor y me preguntaba si lo había hecho bien. Me reí de buena gana y estuve a punto de responderle, pero una voz femenina me sobresaltó y me quitó las palabras de la boca.

Me giré para ver quién era y vi a una mujer de ojos azules y una monumental melena de rizos rojos que vestía la túnica violeta de los estudiantes de cuarto grado. No recordaba haberla visto nunca por la Torre, pero, según su túnica, se había examinado de casi todas las pruebas de la enseñanza básica de la magia. ¿Sería una alumna de otra escuela? Hay mucha más gente en el Lago de la Luna, quizá venga de ahí. Le sonreí y luego me dirigí a Godric.

Sí, no ha estado nada mal para ser la segunda vez que usas ese hechizo... Aunque hay que mejorar la rapidez al lanzar el hechizo, pero seguro que con la práctica lo haces cada vez más rápido —No estaba enfatizando este punto sin razón. Ya lo dije antes: en una situación de vida o muerte, la gente (a no ser que sean archimagos especializados en magia temporal, supongo), no suele tener cinco o más segundos para dedicarle a un hechizo, sino unas cuantas décimas de segundo para reaccionar y evitar una desgracia. Hojeé el libro un poco antes de elegir otro hechizo para Godric. Antes de seguir diciéndole que entrenara, sin embargo, me dirigí a la chica—. ¿Quieres unirte a nosotros? Mi amigo acaba de empezar a lanzar hechizos y estoy intentando enseñarle a no causar destrozos. ¡Hablando de eso! —Me giré hacia Godric y me acerqué a él unos pasos—, ¿has probado ya a usar el Golpe de Tierra? Mira lo que hago e intenta repetirlo, ¿vale?

Y lancé, por enésima vez, el golpe de tierra. Aún recuerdo los problemas que me dio al principio este hechizo, porque apenas había conseguido descifrar el lenguaje arcano, ya me encontraba en el campo de entrenamiento dispuesto a cambiar el mundo con mis poderes mágicos. Como siempre, concentré poder en la punta de mis dedos, pronuncié «leth», alcé la mano y con este movimiento se alzó un pedazo de terreno del tamaño de una cabeza. Con otro movimiento, lancé el pedazo de tierra contra el maltratado muñeco de entrenamiento.

Esta vez, intenta que sea algo más espontáneo, porque este tipo de hechizos no necesitan ser intrincados.

Godric
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Re: Clases prácticas por Godric, Dom Mar 18, 2018 1:30 am
Godric miró a la chica y cabellera ignea acercarse, parecía simpática, y que le adulara un desconocido siempre era agradable.

— ¡Muchas gracias! — Godric sonrió a la chica mostrandose todo lo educado que sabía ser.

Y sin dejar de mirar a la pelirroja, en parte para impresionar a Rurik y en parte porque estaba seguro de que podía hacerlo.
La madre de Godric tenía afición por la jardinería y desde pequeño Godric le había ayudado, cavar y sacar tierra era un movimiento casi automático, y el chico había estado estudiando suficiente tiempo como para poder hacer un calculo rápido de la energía mágica necesaria para realizar una acción como esa, solo tenía que pensar cuanta tierra quería saber, a ojo cuanta energía física se requiere para ello y calcular la energía mágica necesaria, y siendo hijo de banquero, había aprendido a calcular a alta velocidad desde pequeño.

Sin más, Godric movió el brazo dirigiéndolo al suelo y con un simple movimiento de muñeca conjuró el hechizo.
LindurEwëTótHirùl

El conjuro provocó que una cantidad de tierra más o menos grande saliera del suelo y se disparara rapidamente contra el muñeco, levitando décimas de segundo frente a su conjurador.

Tal vez el hechizo no hubiera sido tan certero o bonito como el anterior, pero sin duda había conjurado el hechizo a una velocidad más que suficiente para sorprender a cualquier atacante, mago o no.

Godric miró a Rurik con cara de orgullo propio. No era un conjuro bonito, ni si quiera le había gustado el efecto, pero había logrado lo que se proponía, y eso era más que suficiente.

— ¿Suficientemente rapido? — Godric miró a Rurik para comprobar si había conseguido impresionarle un poco.
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Re: Clases prácticas por Zane Beren Ciryatan, Dom Mar 18, 2018 12:03 pm
Después de felicitar al neófito, Zane elaboró un profundo análisis de cada uno: el de su curso era algo reservado, aunque hablaba bastante —o al menos aquella fue su primera impresión —, posiblemente fuera del Norte —por su acento —, y era alguien bastante exigente, algo que se observaba en la forma de proceder con su compañero y en aquel libro que flotaba delante de él. Mentira, no flotaba «exactamente»; era como si estuviese anclado en el aire: no se movía, se sostenía con una inquebrantable firmeza, ni cuando pasaba las páginas del libro este parecía reaccionar ante sus manos, ante el peso de sus dedos ni el de sus brazos. Tal vez, un alumno de túnica blanca no encontraría nada especial en ello —pues a los recién llegados todo lo mágico lo contemplan con asombro —, pero un alumno más experimentado, como la propia Zane, que había estudiado el Libro del Viento y había practicado sus hechizos era consciente de que aquella precisión, aquella pericia y aquel libro inmóvil eran fruto de numerosas tardes sujetas a un constante estudio de los grimorios y a una exhaustiva práctica de los hechizos de éstos. Y no lo había visto en su vida —¿tal vez era de otra escuela? —. Mientras tanto, el novato se mostraba educado y a pesar de llevar muy poco tiempo en La Torre, exhibía una destreza inusual para la magia. No hablaba mucho.

A ella le encantaba hablar. Tal vez le costaría integrarse en aquel grupo.

Claro, ¿por qué no? —respondió al norteño, y acto seguido respondió al agradecimiento del otro con una sonrisa.

A continuación, contempló en silencio como se desarrollaba la escena: la ejecución del hechizo fue bastante buena para alguien que llevaba tan poco tiempo en La Torre, y no solo eso. Zane, que era una mujer, sus ojos observaban desde la más pura visión femenina cosas que los hombres tienden a pasar por alto: y podía jurar que… Bueno, a lo mejor se equivocaba. Solo fueron unos instantes, una mirada, la manera de dirigirse al Norteño… Seguramente solo buscara su aprobación de la misma manera que todos la buscamos, sea de nuestros padres o de nuestros maestros, o de nuestros amigos. O de nuestras parejas. Tal vez solo habían sido imaginaciones suyas, y por ese mismo motivo no le dio mucha importancia.

Antes de que respondiera el hombre de su mismo curso dio un paso hacia delante. Tenía que zanjar un asunto antes de que la cosa fuera evolucionando.

Por cierto, me llamo Zane. Podríais presentaros, ya sabéis, para no tener que dirigirme a vosotros con eufemismos extraños —Se presentó la pelirroja con cierta picardía —. Perdona, te he interrumpido —se disculpó llevándose las manos a la cabeza, como si estuviese rezando.

Dio un paso hacía atrás y observó de reojo a El Posible Norteño (eufemismo extraño) con una sonrisilla llena de juego, esperando oír su respuesta.

¡Ay, amarga juventud! Cuando Zane era una chiquilla solo le interesaba jugar, la magia, las flores y poco más. Ahora sentía una extraña atracción por todo lo referente al amor, no hacía ella, claro está. Era una sensación que la golpeaba en el pecho y la hacía feliz, de alguna manera. Tal vez había leído mucha literatura de corte amoroso en La Biblioteca. Tal vez, podría ser la alcahueta de ambos. Tal vez…

¡Zane, por favor, concentrate! Piensa en la magia, y aparta esos malos nublos. No los conoces de nada y no son asuntos tuyos. «Pero…» ¡Ni peros ni peras! Ay, terrible juventud maltrecha, solo sabe dios lo que nos espera. ¡Que lamento! ¿Qué es este fuego? La niñez era amarga, pero era dulce; ahora todo le sabía a primavera. Suspiró. Decidió moderar su comportamiento: se estaba comenzando a avergonzar de sí misma.

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Re: Clases prácticas por Rurik Helgason, Dom Mar 18, 2018 12:50 pm
Godric me hizo caso y con inusitada maestría imitó los gestos que había hecho para lanzar el Golpe de Tierra. Posiblemente tuviera conocimientos previos en el arte de cavar agujeros o algo, o quizá se le daba mejor seguir ejemplos físicos que las instrucciones de un libro, o simplemente la magia se le daba de muerte. El golpe explotó en una nube de tierra y hierba al golpear el muñeco de pruebas. Godric me miró, orgulloso, y me preguntó si lo había hecho suficientemente rápido.  Le sonreí, pero antes de que pudiera darle mi veredicto la pelirroja nos recordó que aún estaba ahí.

Decidió que este era un momento tan bueno como cualquier otro para presentarse. Se llamaba Zane (ya no hace falta que la llame «la pelirroja» aunque posiblemente siga haciéndolo) y no quería referirse a nosotros con eufemismos extraños. Voy a ser sincero, no sé de qué demonios está hablando, pero tiene razón en eso de que no nos hemos presentado, lo que no es la manera más educada de comportarse. Respondí a su sonrisa y me presenté.

Hroerekr Helgason, para servirla a usted —le dije con exagerada cortesía antes de soltar una risita—, pero llámame Rurik. La gente de por aquí tiene la mala costumbre de atragantarse con los nombres nórdicos. No pronunciáis las erres como lo hacemos allí arriba... ni las haches, ni las ges... ni las eles... ni las vocales...

Tras ese breve momento en el que me distraje con las diferencias lingüísticas entre los idiomas centrales y los nórdicos, Zane se disculpó por interrumpirme y volví al mundo de la gente normal que lanzaba hechizos. Asentí.

Cierto... ¿por dónde iba? Ah, sí —Volví a girarme para mirar a Godric y le di un par de palmadas en la espalda—. Tienes talento para esto de la magia, sí. Para ser la primera vez, te ha salido muy bien el hechizo... aunque vas a tener que encontrar ese punto medio entre lanzar bien un hechizo y lanzarlo rápido. De nada te sirve conjurar las mejores Lanzas Edáficas si ya te han llenado de dagas, y de nada te sirve bombardear a alguien con Golpes de Tierra si aciertas a todo menos a tu objetivo. ¿Me entiendes? —Me rasqué la barbilla—. Pero no te preocupes ni te desanimes, eso se aprende con la práctica... ¿no es así, Zane?

Volví hasta mi libro que descansaba sobre un atril invisible y pasé otras cuantas páginas.

Oye, Zane, ¿qué te parece si eliges tú el próximo hechizo? Luego, si quieres, podemos enseñarle a mi amigo cómo se enfrentan dos magos de verdad —le sugerí, guiñando un ojo. Obviemos el hecho de que aún no éramos magos consagrados.



Última edición por Rurik Helgason el Mar Mar 20, 2018 8:48 pm, editado 1 vez
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Re: Clases prácticas por Zane Beren Ciryatan, Lun Mar 19, 2018 6:53 pm
Encantada, Rurirk —dijo con voz solemne mientras hacía una sobreactuada reverencia —. Sí, no te preocupes. Es lo más normal de mundo —explicó la pelirroja, esta vez dirigiéndose a su compañero —. Es más, deberías sentirte orgulloso. Yo cuando me examiné del Libro de la Tierra no era la mitad de buena que tú, aunque me gustaría puntualizar una cosa. —Hizo una pausa para tomar aire y prosiguió con su discurso —: Yo llegué a la escuela con 12 años, tú ya rondarás los veinti-tantos, así que tampoco soy un gran ejemplo; pero te puedo asegurar que he visto a muchos alumnos de primer grado y la mayoría de ellos han tardado meses hasta alcanzar tu nivel. Incluso años. —Le explicó haciendo énfasis en la última palabra. Su mirada estaba cargada de seriedad y su sonrisa había desaparecido. Durante unos instantes —. ¡Así que prohibido desanimarse! —sonrío.

La verdad es que Rurik la había puesto en un dilema: ¿qué hechizo podía escoger? ¿cuál sería el más indicado? Después de unos segundos de intenso debate —pues no era una decisión sencilla —, se decantó por el el de transformación. Realmente estuvo tentada a enseñarle el hechizo para sanar heridas, pero no le parecía muy ético que uno de los tres se hiriera para practicar el hechizo; y, sobre todo, porque durante su viaje, descubrió ciertas cosas que quería compartir con él estudiante. Pero todo a su tiempo.

Creo que te va a gustar el conjuro que he escogido para ti —dijo dirigiéndose al chico —: El hechizo de transformación. Y supongo que no hace falta que te explique qué es lo que hace, ¿verdad? —Se detuvo unos segundos para agacharse y coger una piedra del suelo, y una vez que se hubo vuelto a poner de pie, continuó —. Pero antes de seguir, tengo que advertirte de dos cosas: en primer lugar, no intentes usar este hechizo con seres vivos y mucho menos con personas, no hasta que lo domines a la perfección. Algunos estudiantes han acabado en la enfermería por una mala transformación, y aunque ninguno ha llegado a morir, te puedo asegurar que la experiencia es bastante… desagradable —advirtió la joven con cara de circunstancias, aunque sin perder su tono jovial y amistoso —. Y la segunda cosa que te quería decir… ay, se me ha olvidado —admitió después de unos segundos y le sacó la lengua al joven a modo de burla —. ¡Bueno, tan importante no debía de ser…! —bromeó para quitarle hierro al asunto.

Zane cubrió la piedra con ambas manos, cerró los ojos y retuvo la imagen de una esfera de granito en su mente, totalmente lisa como una onda de cristal, y pronunció con exagerada claridad las runas para que el aprendiz de primer grado no tuviese problemas en volver a realizar el hechizo: «anurz». Nada más pronunciar el encantamiento, se escuchó un chasquido en el interior de sus manos y acto seguido, sostuvo entre su dedo pulgar e índice una canica de granito pulido de un tamaño algo mayor que el de una nuez. Le hubiera gustado hacer algo más épico, la verdad; pero es que con la materia prima que partía no podía hacer mucho más.

¿O sí?

Antes de que alguien le diera tiempo a decir algo, a reaccionar, volvió a pronunciar el encantamiento, pero esta vez, sin ocultar nada entre sus manos. Es más, ya no tenía nada en ninguna de ellas. Había lanzado la piedra por los aires; y cualquiera que hubiera seguido la trayectoria del objeto, hubiese visto como aquella esfera pétrea, a medida que iba ascendiendo por el aire, se iba transformando en los pétalos de una rosa: al principio la piedra se fue rompiendo en pequeñas lágrimas mientras éstas iban tiñéndose de rojo, rompiéndose a la par, separándose de la superficie de la piedra; desglosándose en pétalos que fueron ganando la suavidad y textura de los petalos de una rosa, como si el viento las arrancara de cuajo. Cuando aquello llegó a su altura máxima, ya solo había una bandada de pétalos cayendo con suavidad y hondura, con delicadeza, con gracia, aunque con cierto erratismo; pues la transformación no había sido homogénea en el tiempo. Mientras los pétalos caían, Zane carraspeó un par de veces, con falso dramatismo para darle su respectiva dosis de humor a su actuación.

Ahora te toca a ti. Recuerda, es importante que antes de lanzar el hechizo tengas en mente el resultado final y estés muy concentrado en la cosa que quieras transformar. Y tienes que tener en cuenta está máxima: es más fácil destruir algo que construirlo. —Hizo una pausa para tomar aire, y comenzó a recitar rápidamente —: Es más fácil reducir el tamaño de algo que aumentarlo, de la misma manera que es más fácil mantener el material o reducirlo a uno de calidad inferior que transformar un material corriente en uno insólito (véase, intentar transformar el cobre en oro), de la misma manera que es más fácil coincidir que discutir, pues cuanto más diferentes sea lo transformado de lo que se quiere transformar más complicado será hacerlo, sea tanto por su forma, naturaleza como por las demás características que lo conforman (ley de las equivalencias unitarias). Y, por último, es más fácil deshacer que hacer. —En este punto Zane ya se había vuelto a quedar sin aire y todos los petalos estaban el suelo —. Es decir, que cuando deshaces una transformación, gastas menos energía y resulta más sencillo que cuando transformas algo. Eso es porque, en teoría, la magia tiene memoria. Por lo tanto, un objeto transformado recuerda su forma original y es tal su tendencia de volver a su estado anterior, que en la mayoría de los casos es más fácil de revertir los efectos del hechizo, por pura tendencia. —aclaró, aunque no estaba muy segura de sí se había explicado bien, pues la verdad es que se lo había contado todo muy deprisa y corriendo, pero es tampoco quería darle la tabarra con tanta teoría y tantos supuestos. Pero no podía evitarlo. Una mala costumbre de los estudiantes, supongo.  

Sin darse cuenta, esta vez por costumbre de los estudiantes de magia, hizo un gesto con la mano, casi como un latigazo y todos los pétalos se desplazaron, arrastrados por una corriente de aire al ras del suelo, a un rincón del lugar en el que se encontraban. Luego, se volvió para mirar a Rurik y a… espera,  ¿cómo se llamaba?

¡Ay, lo siento! — Se disculpó esta vez de verdad, algo azorada mientras se removía nerviosa en su sitio. No sabía si acercarse a él y darle un abrazo para disculparse o quedarse en el sitio o salir corriendo —Me ibas a decir tu nombre, pero te he cortado, y bastante, además. Ay, perdona, ¿cómo te llamabas...? —preguntó mirándole a los ojos, aunque no pudo evitar que se le escapara la risa nerviosa —Ay, es que encima ha sido como una clase entera llena de teorías extrañas sobre la magia, dos demostraciones sobre el hechizo. Un poco más y llego a casarme con Rurik —bromeó, a la vez que le guiñaba un ojo al Alumno de Túnica Blanca (eufemismo extraño 2).

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Re: Clases prácticas por Godric, Lun Mar 19, 2018 11:37 pm
A Godric le pareció que esa chica, Zane, hablaba demasiado, y demasiado deprisa, y el tema de casarse con Rurik no le hizo ni pizca de gracia.
Pero había mencionado un hechizo que le interesaba bastante, el de la transformación.
Ciertamente, no había tenido oportunidad de hacer nada realmente espectacular, pues los hechizos que había hecho hasta ahora eran poco útiles en realidad, pero una transformación ya era otra cosa.

— Me llamo Godric, encantado. - Godric saludó con la mano a Zane, — Vale, voy a intentar hacer ese hechizo, aunque tal y como lo has explicado parece muy complicado.

No estaba seguro de que podía usar, transformar el muñeco sería muy complicado, era demasiado grande, al menos para su primer hechizo de transformación. Y la tierra era demasiado poca cosa para hacer algo bien hecho.

Al ver un pétalo en el suelo lo cogió, podía valer.
El aprendiz comprimió el pétalo mientras pensaba en algo que pudiera imaginar muy bien, como una moneda de cobre, su padre las contaba cada día, y desde pequeño había trasteado con ellas.
Sin más, canalizó su magia hacia el pétalo y repitió el conjuro.

AshNänUvReveZyn

Al separar las manos pudo contemplar, como efectivamente el pétalo se había transformado en una moneda, parecía real, se sentía real... pero no era más que un pétalo.

— Oh! Mi madre! El pétalo es una moneda, es increíble. — Godric miraba a Rurik y Zane repetidamente, buscando sorpresa en sus rostros.

Por muy magos que fueran eso tenía que impresionar, había transformado un simple pétalo en una moneda, eso era alucinante.
Rurik Helgason
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Re: Clases prácticas por Rurik Helgason, Mar Mar 20, 2018 11:13 pm
Zane habla mucho. Es decir, no sé si he conocido a alguien en mi vida con tal capacidad de expulsar palabras de su boca, una siguiendo a otra, y todas con aparente sentido y cohesión. Le dijo primero a Godric sí, era normal necesitar algo de tiempo para encontrar el equilibrio entre lanzar un hechizo rápido y lanzarlo bien y que ella le había sido mucho más difícil llegar a lanzar su primer hechizo pero también era cierto que solo tenía doce años cuando empezó a conjurar y él tenía pinta de ser ya un hombre adulto de veintitantos pero que no tenía que desanimarse porque seguro que tiene algún tipo de talento innato porque mucha gente tarda meses o incluso años en afianzar lo básico así que estaba prohibido desanimarse. Después de escuchar tal verborrea sentía que necesitaba pasar un ratito simplemente inspirando y expirando, pues mi monólogo mental se había casi ahogado por tal volumen de palabras.

Aunque esto no acabó aquí, porque Zane, después de haberle sugerido la posibilidad de elegir el siguiente hechizo para Godric, le dijo que había elegido el hechizo de transformación pero que realmente se llamaba hechizo de transfiguración aunque nadie hacía caso a esa palabra tan rara cuando existe la palabra transformación y que se imaginaba que Godric ya sabía qué podría hacer ese hechizo pero que debía advertirle de dos cosas antes de lanzarlo y esas dos cosas eran que en primer lugar no debería intentar utilizar este hechizo con seres vivos y menos con personas hasta haberlo dominado porque podría hacer muchísimo daño a una persona aunque ningún aprendiz había muerto por un mal hechizo de transformación y la segunda cosa... ¡se le olvidó!

Sonreí. No pretendo burlarme de Zane con la falta de puntuación porque, a decir verdad, su discurso estaba bien estructurado, pero al oírlo me daba la impresión de que tenía que pararse de vez en cuando a respirar. Hizo una demostración práctica del hechizo y transformó una piedra en una canica del tamaño de una nuez, que luego lanzó por los aires y convirtió en una pequeña lluvia de pétalos de rosa. Este momento bonito duró varios segundos y luego Zane continuó con su verbosa lección teórica, pero si le hace feliz explayarse tanto... no creo que haga daño a nadie, ¿no? Dijo que era muy importante que para lanzar bien el hechizo hacía falta tener muy en cuenta cuál quería que fuera el resultado final y que era mucho más fácil destruir algo que reconstruirlo osea que es más fácil reducir el tamaño de algo que aumentarlo al igual que lo es mantener el material o convertirlo en algo inferior y... bueno, a decir verdad en este momento perdí el hilo del discurso, pero creo que sé lo que quería decir porque aún me acuerdo del apartado del Vōrwåndingspjæll o hechizo de transformación, que dice más o menos lo que decía Zane.

Acabó preguntándole a Godric cuál era su nombre tras haber hablado solo ella durante, al menos, un minuto entero. Concluyó su verborrea diciendo que seguía hablando un poco más y ella y yo acabábamos casados, idea que mereció un alzamiento de cejas con una sonrisa incrédula. Godric, al final, dijo que intentaría hacer el hechizo, pero que, según lo explicado por Zane, era algo complicado. Tomó un pétalo y cerró el puño, se concentró, pronunció el encantamiento y al abrir el puño se había transformado en una moneda. Godric parecía extremamente sorprendido por lo que acababa de conseguir gracias a sus poderes mágicos. Su mirada volaba entre mí y Zane, buscando alguna reacción por nuestra parte.

No está nada mal, pero atención a esto... —le dije, mientras daba un paso al frente.

No tenía intención de demostrar mi proeza mágica ni de dejar en ridículo al pobre Godric con un hechizo increíble; más bien, mi propósito era otro. Acerqué mi mano a su rostro como si fuera a acariciarle la mejilla pero la llevé un poco más allá, hasta detrás de su oreja, todo mientras le miraba con una sonrisa. Unos segundos después retiré la mano, y le mostré que había encontrado, por así decirlo, una moneda de un krøn. Era una moneda plateada; en el anverso tenía la efigie de un lobo con una corona al cuello, imagen que aparecía en todas las monedas emitidas durante la dinastía de los Wölfkrone, y en el reverso tenía el blasón de la marca de Steinskjölldur, junto con la inscripción (muy abreviada, como suele ser costumbre) WKR·KYNG·N·SVEAS·WILL, o, lo que viene a ser, en el nombre del rey de Wölfkrone por la gracia de Svea.

Jugueteé con la moneda mientras hablaba con una sonrisita traviesa.

Lo siento, no pude resistirme. Pero sí, tienes talento para esto de la magia; poca gente consigue lanzar bien un hechizo a la primera, así que considérate afortunado. Si aún te sientes con fuerzas, prueba a invocar un Lobo del Rosal; si no, Zane y yo pasaremos a la pequeña demostración de la que hablé antes.

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Re: Clases prácticas por Godric, Jue Mar 22, 2018 11:24 pm
Cuando la mano de Rurik se acercó a Godric, rozando su piel, el corazón del mago se puso a mil, no sabía bien porqué, pero eso le puso excesivamente nervioso.
Y la mirada tranquila, con una preciosa sonrisa de Rurik no ayudaba... Godric se enrojeció bastante. Y cuando Rurik sacó la moneda de detrás de su oreja sintió un alivio, y al mismo tiempo una decepción.

Agradecía que el chico tomara distancia, pero también deseaba volver a tener contacto con él.
En ese momento se dio cuenta que su escena intima estaba siendo en presencia de una chica de rojo cabello, lo cual hizo que se pusiera más nervioso si cabe.

— N-no, no creo que pueda hacer ningún hechizo más ahora mismo. — El joven se disculpó, pues sabía perfectamente que en su estado no podría ni hacer el truco de magia más sencillo.

Miró a la aprendiza deseando que esta no hubiera visto la reacción que había tenido, no quería que la gente pensara...

— ¿Por que no hacéis un combate mágico? Nunca he visto uno
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Re: Clases prácticas por Zane Beren Ciryatan, Vie Mar 23, 2018 4:09 pm
Zane no pudo evitar sentir cierta envidia al ver como Godric realizaba su primera transmutación con tal grado éxito, y mirándolo con cierto recelo, se preguntó de dónde provenía aquella destreza con la magia o cuánto podría aguantar hasta alcanzar su límite. Debería estar cansado, lo normal es que lo estuviera, pero si lo estaba, no daba señales de ello. Pero aquel sentimiento en la joven desapareció nada más oír como el joven, sorprendido por la hazaña de haber logrado transformar un petalo en una moneda e incapaz de ocultar su alegría, se giró hacia sus dos compañeros, buscando la aprobación de la pelirroja y del moreno. Aquello le inspiró un sentimiento de ternura y sonrió, contagiándose de la felicidad de su exitoso pupilo, le volvió a felicitar.

Después, Rurik intentó flirtear con él a través del viejo truco de la moneda en la oreja, tal vez para hacer la coña. Aunque Zane se preguntó seriamente si aquello solo fue una excusa para tocarlo, aunque desde su posición no pudo verlo bien. Rurik dijo algo, Zane no lo escuchó. Estaba más pendiente observando como Godric se ponía nervioso y se sonrojaba. Llegó hasta tal extremo que se disculpó diciendo que no sería capaz de hacer ningún hechizo más en aquel momento. Nada más oírlo, se le dibujó una sonrisita llena de picardía, pero Godric, que debió sentir como intentaban examinarle hasta el alma, dirigió su mirada hacia Zane, que ésta nada más verlo reaccionó llevándose las manos a la cara, disimulando con que se frotaba los ojos con el fin de ocultar su rostro mientras intentaba serenarse. Pero fue difícil, su corazón estaba a mil; casi la habían pillado. Aunque la verdad es que su reacción había sido tan exagerada y había coincidido tanto con el hecho de que Godric la mirara, que era más que evidente que allí había ocurrido algo. Sencillamente, se limitó a esperar que ninguno de los dos se hubiera dado cuenta.

Apenas unos segundos después, apartó sus manos de la cara y se acercó a Godric con una expresión más neutra: tenía que salir a su rescate. Pasó un brazo por encima de su hombro y suspiró.

¡Pobre! Debe de estar cansado —exclamó mirando a Rurik intentando sonar lo más natural posible —. Ha debido de gastar mucha energía con tanto hechizo.

Soltó a Godric y se puso enfrente de él de tal manera que el nórdico no podía ver la expresión de la peligrosa pelirroja. Su mirada volvía a ceñirse pícara.

Yo me pondría a un lado e intentaría descansar un poco. —Le guiñó un ojo —. Disfruta del combate mientras tanto. —dijo mientras se frotaba las manos como un diablillo.

Se alejó del muchacho y se colocó mirando a Rurik, guardando varios metros de distancia preventiva entre ellos, la usual en aquel tipo de combate de práctica.

¿Cómo lo hacemos? ¿Usamos solo hechizos del Libro de la Tierra o usamos toda la artillería pesada? —Le preguntó alzando un poco la voz. No estaban demasiado lejos el uno del otro, pero tampoco lo suficiente cerca: para que se escucharan con claridad era necesario proyectar un poco la voz.

Y aprovechó para hacerse una coleta. Cogió una cinta de cuero de uno de los bolsillos de su túnica y  procedió recogerse aquel mar de pelo rojo. Si no, hubiese sido muy incómodo combatir con todo aquel volumen de pelo yendo por libre, danzando por el aire, metiéndose en sus ojos.

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Re: Clases prácticas por Rurik Helgason, Vie Mar 23, 2018 9:22 pm
Resultó ser que Godric se puso rojo cuando le hice el truco de la moneda, pero no alcancé a entender a qué se debía. ¿No le gusta que le toquen, o es que no puede llegar a creer que haya hecho el típico truco de sacarle una moneda de detrás de la oreja y sentía vergüenza ajena? Dijo que no podía hacer más hechizos y, a decir verdad, era de esperar. Hay que entrenarse para aumentar las reservas de energía, y al principio la gente no suele poder lanzar muchos hechizos. Zane se le acercó y le rodeó con un brazo, diciendo que pobre de él, que debería estar cansado, que ha gastado sus energías con tanto hechizo, que... ah, no, eso es todo.

Le indicó que debería ponerse a un lado y que disfrutara del combate. Luego, Zane se puso a varios metros de mí y recogió toda la cascada de rizos en una coleta, en un gesto que me pareció casi un milagro. Preguntó si deberíamos limitarnos a utilizar hechizos del Libro de la Tierra, y tras pensarlo un poco, respondí.

Cualquier hechizo, ¿no crees? —le pregunté una sonrisita mientras me envolvía una corriente de viento y me elevaba por los aires, a un metro o dos de altura.

A decir verdad, no recuerdo la última vez que había practicado magia con alguien, y creo que esta es la primera vez que he retado a alguien a un duelo mágico, aunque solo sea de práctica. No estaba muy seguro de cómo empezar o qué hacer, pero espero que no se me noten mucho la duda y la inexperiencia. Tomé inspiración de todos los mitos nórdicos que me sabía, y estoy bastante seguro de saberme la gran mayoría de ellos. Realmente, cuando lo piensas bien, casi todas las proezas de los héroes de antaño se pueden explicar mediante la magia.

¡Empecemos!

Realmente, es de buena educación avisar al contrincante en un duelo amistoso, y también es de muy buena educación no ir a matar. En un duelo no amistoso, no puedo decir lo mismo. Alcé la mano y de la tierra y la hierba salió toda la humedad y líquidos, que se concentraron en una masa de agua que giraba serpentinamente a mi alrededor. Apunté a Zane con la mano y una lluvia de pequeñas cuchillas de hielo se precipitaron en su dirección, aunque estaba preparado para desviarlas en el último momento si no conseguía alzar un escudo o evadirse a tiempo. A fin de cuentas, no quería mandarla a la enfermería.

Zane Beren Ciryatan
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Re: Clases prácticas por Zane Beren Ciryatan, Sáb Mar 24, 2018 5:40 pm
En cuanto Rurik comenzó a levitar, Zane se puso en guardia y decidió que tirarle al suelo sería lo mejor que podía hacer: si se había puesto a revolotear por los aires sería por algo, y en ese caso, lo mejor que podría hacer sería no concederle aquel privilegio. Decidió que su mejor opción sería la de incordiarle con un par de hechizos de viento, pues justamente era a través de este elemento por el cual se mantenía en el aire. «Si se ha puesto a levitar, es para tener mayor movilidad y más control del espacio; es decir, va a intentar esquivar todo lo que le lance. Pero que esté en el aire me da cierta ventaja: no tiene ningún punto de apoyo, y si invoco el suficiente viento se la puedo liar», pensó.

Fue entonces cuando su contrincante, ni corto ni perezoso, lanzó una lluvia de dagas de hielo hacia Zane, que reaccionó en primer lugar con una expresión de sorpresa. No es que aquello le fastidiara sus planes, pero la verdad es que cuando te lanzan un aluvión de cosas muy afiladas las personas normales suelen sentir algo de miedo. Rápidamente, dio un fuerte manotazo en dirección al suelo: su brazo describió una elegante curva que cargó todo aquel movimiento, junto a la posición de sus piernas y la tensión de su tronco, de soberana fuerza, más propia de un hombre que de una mujer.

Antes de que los cristales de hielo pudieran clavarse en ella, una gran masa de viento descendió de los cielos, haciendo que todos aquellos filos y cuchillas cayeran al suelo con brusquedad a penas unos centímetros de ella. Entonces, sin perder ni un segundo, se puso delante de todos aquellos fragmentos de hielo mediante una corta carrera, guardando cierta distancia de ellos, y en el momento en el que se detuvo, aprovechó toda aquella energía cinética para levantar los dos brazos por encima de su cabeza describiendo como una especie de brusco semicírculo, como si arrojara algo hacía atrás.

Durante todo aquel proceso que apenas duró unos segundos, todo aquel viento que había generado en el hechizo anterior comenzó a arrastrarse hacia ella, rodeándola, acompasando los movimientos de sus brazos, fluyendo a través de ellos. Cuando sus manos se alzaron por encima de su cabeza en dirección a Rurik, toda aquella masa de aire se dirigió hacia él: el silbo del viento sonaba con fuerza, como un soplido brusco y errático, grave y disonante. Aquello parecía la voz del mundo.

Se vio obligada por su propio hechizo a dar un par de pasos hacía delante, arrastrada por la fuerza de todo aquel viento, como si algo tirara de ella. Miró hacía atrás, observando que los cristales de hielo no se hubieran desplazado mucho por aquel vendaval, y así confirmó. Se había alejado lo suficiente de ellos. Quizás los más cercanos a ella se habían arrastrado también, succionados por la fuerza del viento hacía delante, pero ninguno había salido disparado hacia Rurik ni a Godric, que era lo que más le preocupaba de todo aquel asunto —razón por la cual no había realizado aquel hechizo detrás del campo de hielitos cortantes. Quería desestabilizar a Rurik, no enviarle un torbellino de hielo que le podía cortar en mil pedazos —. Si Rurik acabara mutilado de aquella escaramuza mágica, estaba segura de que Godric se enfadaría con ella.

No era un hechizo extremadamente poderoso, Rurik no —o al menos no debería — salir disparado por los aires, simplemente desestabilizarse lo suficiente para que se cayera al suelo. Pero por si no llegaba a caer… Todavía no había decido que hacer si no lo lograba tirar al suelo.

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Re: Clases prácticas por Rurik Helgason, Lun Mar 26, 2018 9:02 pm
Como respuesta a la lluvia de cuchillas de hielo que le mandé (y quiero reiterar, un hechizo que de ninguna manera debería hacerle daño a Zane si es una aprendiza de cuarto grado), ella utilizó los vientos para protegerse. Estampó las cuchillas contra el suelo y me envió una poderosa ráfaga de aire, sin duda para intentar hacerme caer por los suelos. Es posible que subestimara la potencia del viento o sobrestimara el poder del hechizo que me mantenía a flote: me preparé para el impacto de la ventisca y el primer golpe lo pude resistir, pero el flujo continuo me desequilibró y perdí el control, por lo que empecé a caer.

Sin embargo, un mago sabe que siempre tiene que tener treinta planes de contingencia. No intenté recuperar el hechizo de vuelo, sino que invoqué con rapidez otro nuevo y, poco antes de tocar el suelo, me propulsé mediante unos chorros de llamas hacia un lado para evitar las inclemencias del tiempo que ha creado Zane. Aterricé a la derecha de la aprendiza pero esta vez decidí que no me elevaría por los aires, al menos no tan seguido. Me pasé el dorso de la mano por la frente, porque eso de envolverse en llamas da calorcito, quieras o no, y luego barajé las diferentes opciones que tenía para continuar con el duelo. Godric dijo que no tenía fuerzas para invocar un lobo del rosal, ¿no? Sonreí mientras me arrodillaba, pero sin quitarle ojo de encima a Zane.

polyxgether —pronuncié en voz baja.

De las entrañas de la tierra, a un metro en frente de mí, salió un amalgama de raíces, tierra y rocas que había tomado una forma vagamente arácnida, con ocho patas bien puestas conectadas a un tórax de raíz y roca. Me subí a lomos de la criatura, que me ayudó en mi labor flexionando sus patas para ponerse a una altura decente y, tras agarrarme a unas raíces, di la orden y la criatura se puso a correr en dirección de la pelirroja. Realmente no había pensado en la ofensiva esta vez, porque mi objetivo era más divertirme y enseñarle a Godric algunas de las cosas que podía hacer la magia.

A media distancia de Zane, el arácnido abrió sus fauces y de ellas escupió una...

¡Eh! ¿Desde cuándo puedes hacer eso?

Resulta que el arácnido es capaz de escupir chorros de... la verdad es que no estoy seguro de qué es. Una mezcla rara entre gelatina, baba y telaraña de un color verdoso oscuro. Espero que, sea lo que sea, no sea venenoso, o al menos no mucho.

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Re: Clases prácticas por Zane Beren Ciryatan, Mar Mar 27, 2018 1:44 am
La verdad es que ver a Rurik luchar por mantenerse en el aire le produjo un extraño placer a Zane, mas cuando lo vio caerse no puedo evitar sonreír como una desquiciada: aquello lo consideraba como una pequeña victoria personal, como si hubiese ganado un pulso contra su rival.

Claro está que cuando Rurik en vez de caerse al suelo como la estudiante había previsto, éste había girado sobre sí mismo, propulsándose con una llamarada. Aterrizó de pie, pasándose una mano por la frente debido al calor. En aquel momento Zane maldijo para sus adentros.

Luego el nórdico hizo surgir del suelo a una especie de araña hecha de roca, fragmentos de tierra y raíces y Zane contempló con horror como Rurik se volvía para montar sobre aquella hosca criatura. Cuando el arácnido comenzó a correr, moviendo sus ocho patitas casi al unísono, yendo hacía la pelirroja, ésta ya estaba preparada para levantar un muro de piedra para que se estrellaran en ella tanto araña como jinete, pero para sorpresa de ambos, la araña escupió una sustancia verde que salió como una especie de chorro de entre sus fauces en dirección a la chica.

Sin detenerse ni tan solo un segundo —pues estaba segura de que aquello debía de ser algún tipo de veneno —, se arrodilló y colocó sus manos sobre el suelo. Sintió un chasquido en su interior.

Murito —murmuró algo agitada, pues le tenía algo de respeto a eso de morir envenenada.

Si hubiese tardado tan solo dos o tres segundos más en lanzar el hechizo, aquella ponzoña la hubiera dado de lleno. Pero aquel no fue el caso: un muro de piedra había crecido a escasos centímetros de ella. Más que un muro, era un conglomerado de piedra y tierra sobre una superficie lisa, robusta. No poseía una gran altura ni anchura, pero cubrían perfectamente el cuerpo postrado de la estudiante.

Fue entonces cuando aquella barricada mineral comenzó a descomponerse justo en el punto donde había impactado la sustancia verdosa, burbujeando en el proceso. Zane fue lo suficiente inteligente para retroceder varios pasos y ponerse de pie, observando como aquel veneno que no era veneno sino ácido acababa de dejar un boquete de varios centímetros en su muro.

Estuvo a punto de aprovechar aquel orificio —que, por cierto, en los bordes de éste seguían saliendo burbujas de un color verde sucio, y el agujero seguía aumentando de tamaño lentamente — para lanzarle agua a presión a la arácnida criatura, pero cabía la posibilidad de que en el interior de aquel bicho hubiera más ácido. La verdad es que no lo sabía, y por la reacción de Rurik, él tampoco. Pero de lo que sí que era consciente era que no quería rebanar por la mitad a aquel bicho y que explotara en una lluvia de ácido corrosivo, con Rurik montado aún en ella. Ahora que lo pensaba… ¿acaso aquel ser no estaba corriendo hacia ella antes de escupirla? Ni si quiera tuvo que mirar a través del agujero para comprobarlo.

La queridísima araña embistió contra el muro, rompiéndolo y atravesándolo, continuando su carrera hacía la pelirroja mientras sus quelíceros se movían de manera amenazante. Apenas unos segundos, y Zane sería presa de aquel ser extraño. Lo de los cuchillos de hielo lo podía pasar por alto, pero aquello ya era pasarse: que aquello tenía fauces, muchas matas y vomitaba ácido.

Sin perder tiempo —básicamente porque si lo hacía acabaría siendo atropellada por una araña más grande que ella — alzó sus brazos y gritó las runas del hechizo de teletransporte, visualizando la zona donde Rurik había invocado aquel ser. La araña dio un salto con sus ocho patas echas de raíces y piedra, pero cuando cayó, ya no había nadie allí. Había desaparecido tras un haz de luz azul. Le había dado plantón (ya sabéis, raíces, plantas…).

¡Rurik, bájate del bicho ese o juro por todos los dioses que…! —Se detuvo. Aquel era un duelo. Era cierto que tal vez la situación se había descontrolado un poco, pero... eran alumnos de cuarto grado, al fin y al cabo. —Rurik, si crees que puedes controlar al bicho ese, yo puedo continuar con el duelo sin problemas. Si ves que no, lo destruimos entre los dos si hace falta —explicó casi gritando para que se la oyera.

Después de todo, ya sabía que hacer para que el ácido no la supusiera ningún problema. El problema era que Rurik podía resultar herido.

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Re: Clases prácticas por Rurik Helgason, Sáb Mar 31, 2018 2:22 am
Según parece, el Polyxgether puede escupir ácido. ¡Es bueno saberlo! Lo que no es tan bueno es descubrirlo justo en medio de lo que se supone que es un duelo amistoso entre dos estudiantes de esta nuestra magnífica escuela. ¡Zane podría salir herida! Es decir, sí, también puede salir herida del impacto de una bola de fuego, una lluvia de cuchillas de hielo, unas raíces afiladas, un viento violento... ¿pero una araña de tierra que escupe ácido? ¡Ni sé de dónde ha sacado el ácido, por Svea! ¿Será cosa de ser un constructo arcano o quizás se debe a cierto material extraño de las entrañas de la tierra capaz de producir tal líquido corrosivo?

En fin, la araña embistió contra el muro agujereado invocado por Zane y lo derribó sin muchos problemas, aunque no sé hasta qué punto intervino el escupitajo ácido derritemuros. Si había hecho tal boquete en un muro de tierra y piedra, ¡imaginaos cómo de agujereada habría acabado Zane! Por suerte, esta se había teletransportado a tiempo lejos del peligro, lo que me hacía sentir un poco menos culpable de lo que ya me sentía por haberla puesto en tal peligro. Claramente, se puso a gritarme, primero con un tono y unos dejes de madre riñendo a un niño, que si «bájate ahora mismo de ese bicho antes de que venga yo a bajarte», pero luego lo hizo con un tono más conciliador.

¡A ver, puedo controlarlo! —Y, como para darle énfasis a mis palabras, el bichejo se había quedado quieto, aunque se le notaba que quería seguir correteando por los campos y escupir cosas—, ¡pero es que no sabía que escupía ácido! ¡No está bien escupirle a los amigos, bicho malo!

Le di una colleja al constructo justo encima de donde se supone que tendría los ojos si fuera un miembro de la familia de los arácnidos y no un amalgama de materiales telúricos al que se le ha dado vida mediante artes mágicas y demás brujerías, pero el gesto está ahí y el mensaje se ha transmitido.

¡Como vuelvas a hacer algo así sin mi permiso es que te convierto en un precioso jardín de crisantemos! ¡Venga, Zane, continúa!

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Re: Clases prácticas por Zane Beren Ciryatan, Jue Jun 07, 2018 8:26 pm
La joven no pudo evitar sonreír al ver la cotidianidad de aquella escena, que no era más que una madre regañando a un niño revoltoso que no quería parar de hacer travesuras. Puede que el problema es que más que un niño, se trataba de una araña que debía de alcanzar los dos metros, criatura donde la piedra, sedimentos de tierra y algunas raíces no eran más que los elementos que la formaban. Además, escupía una sustancia verde, pegajosa que resultaba ser ácido, motivo por el cual mami-Rurik había regañado a tal ser: «Cariño, no debes lanzarle arena a la hija del molinero», «Cariño, como te traigas insectos a casa estás castigado sin cenar», «Cariño, no le lances piedras a los carruajes», «Cariño, no le escupas sustancias abrasivas a mis amistades o tendré que convertirte en un jardín de crisantemos».

Sea como fuere, ante tal amenaza, el arácnido pareció entender que no tenía otra opción que obedecerlo, y evidentemente, se sentía algo dolido. O al menos eso pensó Zane, pues ante la falta de expresividad de aquel monstruo, solo pudo imaginarse cómo debería sentirse durante aquellos momentos Y sí, era irónico que intentara empatizar con ella cuando al mismo tiempo trazaba un plan para destruirla.

Zane cogió un guijarro del suelo con toda la parsimonia que le procedía, como si no estuvieran en medio de un duelo mágico y se la acercó a los labios, lo rozó con ellos y murmuró unas cuantas runas en voz baja, casi susurrando. Después le dio un tímido beso que duró apenas unos instantes y apartándola de su rostro tras ello, logró mantener una expresión seria a pesar de lo ridícula que se sentía. Alzó el brazo y la sostuvo en alto por encima de cabeza, como si fuese a lanzar aquella inofensiva piedra en cualquier momento o como si la exhibiese, aunque sin mostrarla, pues tenía el puño cerrado y la piedra en él metida. Era como un trofeo censurado, y bien merecida la censura: era una piedra muy traviesa.

Pero luego dudó, y su rostro mostró su incertidumbre. Se acercó la piedra al oído, y entrecerró los ojos como si estuviese intentando escuchar un sonido muy débil, oculto entre el mundanal ruido del mundo, y después de los segundos, sonrió mientras volvía a levantar aquel guijarro. Había escuchado el canto del mar en su duro corazón: estaba lista para marchar.

Zane agitó el brazo con un movimiento curvo, mientras imitaba la trayectoria de su brazo con el suyo propio, desplazándose un plazo hacía delante a través de un pequeño salto; liberó en mitad de aquel movimiento la piedra de aquella jaulita de dedos, y salió disparada directamente hacia la araña, que ésta, sorprendida (o eso imaginó la pelirroja) hizo el amago de apartarse, pero el proyectil ya había chocado contra una de sus patas rocosas antes de que pudiese hacer nada.

Primero se escuchó el sonido de la piedra chocando con la roca, y después se escuchó un chasquido grave y resonante del interior de aquel falso aerolito. No hubo luces extrañas, chispas azules ni se detuvo durante unos instantes el tiempo; pero en cuando el guijarro tocó a aquel desagradable hosco ser de ocho patas, todo su cuerpo se mojó, tiñéndose sus colores en otros algo más oscuros a la par que adquirían franjas de luz en aquellas zonas donde el sol susurraba su nombre, como si se le hubiera aplicado una capa oleosa al arácnido: pero no era nada más que agua, humedad, una piedra que mojaba aquellas cosas que tocaba. Qué se le iba a hacer, era una seductora.

Y aquello provocó un par de carcajadas poco femeninas de alguien cuyo sexo correspondía al de una fémina, y tuvo que taparse el rostro ante la bravura de su risa para intentar esconderse, pero es imposible apagar el ruido del corazón de la misma forma que no puedes taparlo. Era una pena, pues la pelirroja se ponía muy bella cuando reía con tanto descaro.

A qué no te lo esperabas, ¿verdad? —le preguntó con una gran sonrisa de oreja a oreja una vez que se hubo recuperado.

Entonces y sin avisar, se quitó la túnica de estudiante y la lanzó a un lado, revelando los ropajes que llevaba: una camisa y unos pantalones ceñidos oscuros. Necesitaba ser ágil y rápida como una tormenta y la túnica era un disfraz pesado que entorpecía sus movimientos. No podía permitir el lujo de llevarla encima. Sus pechos no habían crecido demasiado desde los doce años, y parecían mantenerse ocultos tras aquella holgada prenda, algo que no le importaba demasiado.

Y salió corriendo en dirección hacia Rurik, cuyas posaderas se encontraban encima de su hijo La Araña Húmeda sin parar de sonreír, casi como una posesa desquiciada.


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