Ventus Geth
Ventus Geth
Humano
Nombre : Ventus Geth
Escuela : La Torre, Rossnatt (Maestro de especialidad)
Bando : El Dios
Condición vital : Vivo
Cargo especial : Maestro de Magia Temporal y de Magia Curativa (Rossnatt), Maestro de Magia Básica (Aressher)
Rango de mago : Nigromante
Rango de guerrero : Guerrero experto (espadas, una mano), Aprendiz de Guerrero de Hielo
Clase social : Nobleza (Señor)
Mensajes : 63
Fecha de inscripción : 10/09/2015
Edad : 25
Localización : El Tiempo no es un enemigo pero sí un arma, tal vez la más peligrosa
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Sin perdón ~ Inicio - Post únicopor Ventus Geth, Sáb Ago 26, 2017 4:09 am
El aire olía a polvo, el ambiente era pesado y seco como una duna. La estancia, apenas iluminada por la tibia luz que penetraba los sucios cristales de aquél ventanal, era inmensa, tan grande que podrían haber cabido más de cien personas. La capa se movió con lentitud cuando giró a la izquierda, sus pies no rozaban el suelo, de hecho nunca lo hacían; sin embargo en aquella ocasión permitió deshacer aquél hechizo, cuando lo hizo se sintió extraño, hacía mucho que no pisaba el suelo, incluso al dormir levitaba.

Miró al fondo de la sala, grandes escenas de flamantes caballeros junto a monjes bajo la luz de lo que parecía ser una representación de la diosa- “Unos caballeros de los que ya nadie se acuerda” - Pensó. Tomó asiento en uno de los largos bancos de madera tan característicos de aquellos lugares, hacía mucho que no acudía allí ni ningún lugar semejante y más si no era para destruirlo. La larga melena de cabello plateado se deslizó suavemente por sus hombros a ambos lados de la cara, sus ojos estaban fijos en la Diosa. Incluso en aquél lugar abandonado y remoto la Diosa parecía tener luz propia, la elegancia en sus rasgos, el gesto misericordioso pero autoritario... Ladeó la cabeza como tratando de quitarse ciertos pensamientos de encima.

Una vez había creído en su luz, una vez quiso salvar el mundo y mejorarlo, creyó que con sólo cambiarlo un poco podría hacer ver al mundo que la bondad existía, que las guerras no llevaban a ningún lado, creyó que si él prevalecía eternamente podría reinstaurar la paz y la armonía en aquél caótico y estúpido hervidero de gente insulsa e instintiva sin ningún tipo de capacidad de raciocinio propio. Apretó los dedos bajo sus guantes negros que le llegaban más allá del antebrazo, estaba crispado, aquél estúpido mundo se dejaba morir. La inquisición y sus chorradas, bajo la luz de la magia condenan a lo que los trajo al mundo, los neutrales que rechazan a los dioses y los oscuros tan cegados en su negrura que no ven más allá de su ego. Recordó cómo habían entrado tres archimagos a la cueva, ya no es lo que era, se suponía que nadie podía hallarla y que aquél que la penetrase moriría antes de poner un pié en el puente de piedra; no obstante, estaba claro que la mitad del concilio sabía el paradero exacto de la cueva, y lo que es peor, que entraban cuando y como querían. Hace años que ningún nigromante se ha juntado ni tan siquiera para hablar, Dahienna murió sola y lo merecía pero ¿a cambio de todo el Sur?

Unos pasos sonaron a lo lejos por la puerta de entrada, el nigromante no se molestó en mirar siquiera:

- Vaya no te había visto, será la edad que me pasa factura – Bromeó Ventus

Una sonrisa apareció en los labios del recién llegado, un tanto macabra eso sí.

- No trates de engañarme Ventus, sabías que estaba aquí desde hace mucho.

Ventus sonrió también, aunque quedó extraño porque hacía mucho que no sonreía.

- ¿Qué te trae por aquí Vladimir?

- Vaya, veo que me recuerdas. Por favor no quieras ir al grano tan pronto – Fingió ofenderse
- El tiempo es oro – Cortó calmado
- Nadie lo debe saber mejor que tú Geth – Pareció que escupía el apellido
- ¿Aún con eso? No sabía que eras tan rencoroso
- Siempre lo he sido – Espetó – Solo que mis enemigos nunca duraban lo suficiente como para poder guardárselo
- Eres muy sentimentalista pequeño Drácula – Rió con desgana
- Qué se le va a hacer - Se encogió de hombros
El vampiro tomó un pañuelo de seda y limpió un asiento con parsimonia, se sentó sin dejar de observar al nigromante que le daba la espalda unos metros más allá.

- ¿Cómo puede alguien como tú encontrar paz en un sitio como éste?
La mirada de Ventus volvió a fijarse en los caballeros
- Porque es parte de mí, de mi historia.
- ¿El pozo también es parte de tu historia pues?
Ventus sonrió – Por supuesto que lo es

El vampiro se teletransportó al altar, vacío excepto por una copa de oro que procedió a limpiar y llenó de vino sin ninguna botella. Alzó los brazos como tratando de abarcar todo el espacio disponible: - ¿Hace cuánto te olvidaste de quién eras Geth?¿En qué bando juegas?¿Crees que viniendo a la iglesia cada cien años la Diosa perdonará tus pecados? ¿Crees que aún queda algo de aquél caballero que una vez cabalgó en nombre de la justicia y el honor? - La voz del Vampiro sonaba casi irritada, con un timbre de reproche – ¡Una de las que lazaste a aquél pozo era mi madre!¿En qué pensabas cuando te lo conté?
- Me sentí mal por tí – Dijo solamente
- Claro, tú no eres un soldado ni un guerrero, eres un simple asesino, un asesino de masas que mató a cientos de personas inocentes.¡No eres más que un asesino! – Le gritó lanzándole la copa vacía (la cual previamente había vaciado en su garganta).

Ventus se levantó también apartando de un manotazo la copa que se deshizo en el aire

- ¿Crees que no lo sé? - Gritó golpeando el aire con el brazo
- ¡No necesito que me lo digas!
- ¡Entonces no finjas tener emociones como nosotros!¡No eres una persona!¡Por culpa de gente como tú nuestro mundo es un infierno!¿Lo entiendes asesino? - Vladimir parecía al borde de estallar
- ¿Y qué esperas de dicho asesino?¿Que me arrepienta?¿Que me disculpe?¿Te satisfaría eso? No soy quien creías que era, si gritar te hace sentir mejor, ¡grita todo lo que quieras!

El Vampiro se quedó atónito.

- Es verdad, todavía soy muy ingenuo. Debo hacer todo lo que pueda, haré todo lo que pueda, por hacer que tú y tu pandilla de psicópatas mueran de la peor forma posible.
- Menudo discurso tan inspirador, tan hipócrita como siempre, ¿cómo te atreves a llamarme asesino siendo un maldito vampiro?¿acaso no te alimentas tú de todos aquellos a los que tanto quieres proteger? No eres más que un imbécil que no piensa, como todos los de tu calaña.
- No me llames hipócrita nigromante, ¡estás en una iglesia! - Golpeó el altar con el puño

El eco resonó por toda la sala levantando el polvo por un momento.

- Oh, el que faltaba – Espetó Vladimir - ¿y tú qué narices haces aquí? - Miró a una parte del fondo en sombra.
- No, Kilgore, si sigues diciendo esas niñeces no puedo contar contigo – Sonó una voz caramelizada pero grave, la madera de los asientos pareció perder color y fuerza.
- Bienvenido a la fiesta Zeref, cuánto tiempo.
- Sin duda – Rió éste – Qué grata sorpresa este.. encuentro – Dijo risueño buscando la palabra adecuada.

Se acercó y la luz menguó un tanto, el aura sombría que lo rodeaba parecía tener vida propia, o más bien arrebatársela a su alrededor.

- ¿No están hartos de esta situación de mediocridad y olvido?¿De este trato injusto y despectivo? Hubo un tiempo en que nadie osaba alzar la voz ni pronunciar nuestro nombre, y ahora míranos, nos matan como a cucarachas.. aunque en el caso de Dahienna se lo tenía merecido.
- La muerte no es un problema – Respondió Ventus
- No todos hemos tenido diecisiete vidas
El nigromante se encongió de hombros.

- He pensado que debemos recuperar prestigio, entre la inquisición y el nuevo rey del sur a duras penas queda algún lugar donde refugiarse que no sea la cueva o las islas claro.
- Pensar, eso está bien – Dijo sarcástico el vampiro.
- Si me acompañais os puedo mostrar lo que tengo pensado
- No pienso ir contigo a ninguna parte
- Tú te lo pierdes – Lo miró de soslayo
- Supongo que no tengo nada que perder– Ventus se acercó al círculo negro que había aparecido en mitad del suelo
- Si crees que matándonos solucionarás algo querido amigo, te equivocas, no trates de rehuir de tu naturaleza, sabes de sobra que eres tan frío como nosotros e interesado como el que más. Sin embargo tu magia de memoria te pasa factura y a veces acabas perdiéndote a tí mismo, no trates de ser quien no eres.

El vampiro lo miró iracundo, Zeref se dio la vuelta y entró en el portal desapareciendo con el nigromante. La habitación quedó en silencio y la luz volvió a brillar; sin embargo la madera quedó igual. Vladimir golpeó de nuevo el altar con ambos puños, y las lágrimas recorrieron sus pálidas mejillas. - OS MATARÉ – Gritó – OS MATARÉ A TODOS MALDITOS  – Comenzó a reirse de forma histérica mientras pensaba en el momento en que cobraría su venganza.

Si alguien hubiese visto aquello no podría sino haber sentido pena por aquella criatura, que vivía sin vivir, que moría porque no moría, y es que no hay nada que ate más a la vida que la sed de venganza.
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