Knyh
Knyh
Humano
Nombre : Knyh Driak Monte Blanco
Escuela : La Torre
Bando : La Diosa
Condición vital : Vivo(Kin-Shannay)
Cargo especial : Cronista y Escribano
Rango de mago : Aprendiz de segundo grado
Clase social : Noble(Exseñor de Monte Blanco)
Mensajes : 56
Fecha de inscripción : 30/05/2016
http://www.latorre.foroactivo.mx/
http://www.latorre.foroactivo.mx/
http://www.latorre.foroactivo.mx/
http://www.latorre.foroactivo.mx/
http://www.latorre.foroactivo.mx/
Un hombre de letras, un hombre de justicia

Taberna: El Tesoro Hundido:

Un hombre de letras, un hombre de justicia [Priv. Alakrad Vindor] 2wegadd

El ambiente era animado. No sonaba música, pero había gente cantando por las mesas, cada uno diferentes canciones, ninguno entonando como es debido. A parte de las mesas donde podías sentarte con unos colegas a tomar algo, había otras de juego en las que había dibujadas casillas en la madera. En el centro de la taberna, una mesa destacaba sobre las demás, pues encima de ésta había un gran cofre cerrado con llave y rodeado de cadenas y candados. Era lo que le daba nombre a la taberna: El Tesoro Hundido. Aunque, por lo general, las discusiones no pasaban de los gritos, de vez en cuando se volcaba una mesa por una pelea en la que participaba gente más borracha de la cuenta. Un detalle curioso era que las camareras llevaban un sugerente atuendo que pretendía enseñar más que ocultar el cuerpo de las mujeres. Además, y a juego con el color rojo de su vestimenta, llevaban en la cabeza un par de cuernos de diablesa y una cola terminada en punta de flecha, del mismo color. Sí, aquel sitio parecía más un burdel que una taberna, pero en aquel lugar eso no era algo raro.

Knyh entro en El Tesoro Hundido, intentando aparentar normalidad. Algunos lo miraron con cara de pocos amigos, otros con curiosidad, pero ninguno dio muestras de querer acercarse a mantener una “conversación” con él. El escribano, esquivando jarras y bandejas, se abrió paso entre las mesas hasta llegar a una libre. Era más grande de lo que necesitaba para tomar algo solo, pero aquello no era lo único que le traía por allí. Ya se había pasado por algunos puestos de ropa y, a cambio de una suma de dinero asequible, había conseguido un par de mudas más de su estilo. Incluso, se había permitido el lujo de cambiarse y estrenar ropa nueva. Ahora lucía como siempre.

El escribano echó un vistazo en derredor, captando posibles clientes, pues ese era su motivo para estar allí. Tenía que recuperar el dinero que había perdido al comprar su ropa nueva y, si podía, incluso incrementar sus fondos. Vio a un grupo de piratas flirteando, no muy sutilmente, con una camarera. También vio a lo que parecían ser granjeros jugando una partida con unas fichas de colores. No conocía el juego, pero parecía que eso les traía de cabeza, porque su discusión empezaba a subir de tono. Había personajes de todo tipo: gente normal y gente con aspecto peligroso. Piratas, caballeros, viajeros, granjeros... Incluso había un par de personas con túnicas que, sin duda, serían magos o aprendices.

Knyh no se sentía del todo a gusto en ese lugar, pero en sus viajes había estado en sitios parecidos. Era algo por lo que debía pasar si quería reunir dinero suficiente para comprar una casa en Garnalia y comenzar su biblioteca. O reunir lo suficiente para que alguien le hiciera un préstamo. De modo que, mostrando la mayor normalidad del mundo, sacó de su cartera unas hojas de papel, pluma y tintero. Se puso a anotar algunas cosas sin importancia, para llamar la atención de quienes lo rodeaban. De esta forma, atraería a la clientela.

Al cabo de unos minutos, algunas personas comenzaron a acercarse. Los primeros fueron tímidos y cautos. Preguntaban por su oficio y al responderles afirmativamente, preguntaban los precios.

-¿Cuánto cobras, escribano?

-Según lo que necesites y cuánto papel tenga que gastar -contestaba Knyh, sereno.

Una hora después, había pasado todo tipo de gentes por allí: granjeros que le pedían que confirmara la autenticidad de un recibo, comerciantes que le pedían que diese fe en un contrato, marineros que le pedían que hiciera formal una apuesta mediante un escrito, gentes de a pie que querían aprovechar para hacer su testamento... Acabó con menos hojas en la cartera y muchas más monedas en la bolsa. El peso de ésta renovó las esperanzas de Knyh. Con lo que había ganado no tenía ni para una habitación cutre en el pueblo más cercano, pero era su primer paso. De todas formas, tendría que esperar a aprender los hechizos de teletransporte, tenía tiempo hasta entonces.
Alakrad Vindor
Alakrad Vindor
Humano
Nombre : Alakrad Vindor
Escuela : Santa Academia
Bando : Dios del Centro(La Diosa)
Condición vital : Vivo
Cargo especial : Caballero Inquisidor
Rango de guerrero : Guerrero Experto en espadas a una mano, Guerrero aprendiz (espadas, dos manos) aprendiz(Guardián de la fe)
Clase social : Nobleza
Mensajes : 35
Fecha de inscripción : 10/11/2015
http://www.latorre.foroactivo.mx/
http://www.latorre.foroactivo.mx/
http://www.latorre.foroactivo.mx/
http://www.latorre.foroactivo.mx/
http://www.latorre.foroactivo.mx/
Había cabalgado rápido, no le gustaban los bosques y aunque no se había desviado del camino el simple hecho de estar cruzando uno le incomodaba. Nunca se había dejado caer por aquella zona de Garnalia y andaba un poco perdido pero lo disimuló bien, tras varios vistazos se ubicó más o menos, fue entonces cuando sacó el papel de entre los pliegues de su ligera túnica gris que le ocultaba todo menos la cabeza, lo suficientemente ancha para moverse con libertad y sin rebelar formas como las armas que portaba pero lo suficiente ceñida para que se marcase disimuladamente el bulto de la envainada espada. En el papel ponía "Taberna: El tesoro hundido" en una letra casi inteligible, una vez memorizado el nombre tiró el papel a una fuente asegurándose de que éste se empapaba y emborronaba la tinta de forma que fuese irrecuperable, tras eso se dirigió a la taberna caminando a paso ligero y seguro pero sin llamar la atención.

Entró a la taberna sin expectativas y no pasó un segundo cuando ya estaba agradeciendo no haberlas puesto, aquella taberna asemejaba más a un burdel que a otra cosa. No pudo reprimir una cara de desagrado pero sabía que no tenía otra opción, se sentó en una esquina alejada de la luz y comenzó a barrer con la mirada aquél antro. Piratas, viajeros, caballeros y rufianes de toda clase.. incluso magos, la mueca de Alakrad terminó por pronunciarse pero no hizo nada al respecto; no le gustaba en absoluto la actitud de todos ellos pero no venía a dar lecciones de educación a nadie.

Al fondo se veía un buen número de personas apostadas a lo que bien podría ser una mesa que un escritorio, sin embargo no lo pudo ver bien pues era tapado por los cuerpos en su mayoría de gran envergadura. Esperó paciente a que la cosa se calmase y se dirigió hacia aquél lugar en una perfecta línea recta, su seguridad atrajo la mirada de más de uno que la mayoría no dudó en apartar tras ver el intimidatorio aspecto del hombre sumado a su mueca producto de la repulsión que le producía el comportamiento de mucha de aquella gente. Un tintero, un candil, una libreta y una alforja, tan obvio que la pregunta parecía estúpida pero el por qué habría un escribano allí tal vez si era motivo de interés. Alakrad se sentó en aquella silla frente al escribano la cual estaba caliente de la cantidad de traseros que por allí habían pasado aquél día.

- Saludos escribano, ¿qué podrías contarme sobre los Vindor? - Su tono fue tan firme como su propósito, había ido al grano y esperaba una respuesta clara por parte de aquél hombre que parecía tener su edad. Llevaba un rato con el sentimiento de ser observado y aquella sensación en la nuca lo cercioró, sin miramientos se volvió de golpe para encontrarse con la mirada de un hombre encapuchado que estaba sentado entre las sombras, el hombre apartó la vista sobresaltado por la precisión que había tenido Alakrad al localizarlo. El rostro de Alakrad se relajó cuando se volvió de nuevo hacia el escribano.
Knyh
Knyh
Humano
Nombre : Knyh Driak Monte Blanco
Escuela : La Torre
Bando : La Diosa
Condición vital : Vivo(Kin-Shannay)
Cargo especial : Cronista y Escribano
Rango de mago : Aprendiz de segundo grado
Clase social : Noble(Exseñor de Monte Blanco)
Mensajes : 56
Fecha de inscripción : 30/05/2016
http://www.latorre.foroactivo.mx/
http://www.latorre.foroactivo.mx/
http://www.latorre.foroactivo.mx/
http://www.latorre.foroactivo.mx/
http://www.latorre.foroactivo.mx/
Los clientes fueron llegando y fueron yéndose. Hubo mucha gente interesada en los servicios de Knyh, y éstos le habían reportado una buena suma de dinero. Pensaba que ya había acabado con todos los interesados cuando un hombre con una túnica gris se empezó a acercar. Caminó en línea recta, sin tratar de ocultar, ni por un instante, su clara intención de dirigirse hacia la mesa donde se encontraba trabajando hasta hacía unos instantes. Su paso era firme y no ocultaba el bulto que creaba su espada bajo la túnica gris que llevaba. Su rostro era serio y ligeramente ceñudo, de los lóbulos de sus orejas colgaban unos pendientes en forma de cruz. Todo eso, le hizo pensar a Knyh que debía ser un hombre de autoridad, con mucha probabilidad un inquisidor. La gente lo miraba, algunos con desprecio, otros con miedo...

¿Qué hace un inquisidor en un lugar como este?, pensó el escribano, empezando a notar cierto nerviosismo que logró disimular gracias a sus años de experiencia en situaciones peliagudas.

Aquel hombre se sentó en la silla que todo el mundo había estado usando para requerir los servicios del escribano. La mayoría había preguntado por su profesión antes de iniciar su petición, los que no, al menos habían introducido sus intenciones. Aquel misterioso hombre no. Su pregunta fue corta y concisa. Era la clase de hombres que no se andaban con rodeos, aquellos que querían lo que pedían y lo querían cuanto antes. Mas esa no era la forma de actuar de un escribano. La cautela es su mejor escudo, su labia su arma. Y con tipos como aquel, la cautela podía ser un arma de doble filo más que un escudo. ¿Evasivas? Tampoco sería lo correcto, pues podría ofenderse. ¿Qué, entonces? Aquello que todo el mundo podía decir cuando realmente no sabía nada o no quería decir lo que sabía: rumores.

Los rumores no son más que historias que contar cuando la conversación en la taberna se hace aburrida. Son pequeños resquicios de una conversación escuchada a hurtadillas que se agranda y muta gracias a los prejuicios de la gente. Los rumores eran la conversación perfecta cuando no tenías nada a lo que sostenerte. Era un tema tan seguro como el tiempo o el estado de los caminos. No hacían daño, siempre y cuando fueran lo suficientemente irreales para que alguien los creyera y, en el caso de que lo hiciese, como para que nunca nadie pudiera comprobar si era o no cierto.

Knyh sólo podía atenerse a ellos, para tantear al hombre, para comprobar sus motivos o intenciones.

-Buenas noches, caballero. Se diría que es parco en palabras, o que está muy desesperado. Ya sabe, eso puede dificultar mi trabajo -dijo Knyh, dándole a entender a aquel hombre de forma sutil que no entendía cuales eran sus intereses, y que sin éstos, no podría hacer su trabajo-Sobre los Vindor, ya sabe, lo que todos hablan. Dicen que en el confín del mundo, allá en Vinteren Riv, vive un elfo que no es como los demás. Dicen que vive alejado del mundo y que, aún así, sólo le da la espalda a medias. Dicen muchas cosas, entre ellas que conoce el paradero del hombre que envió a aquellos magos hace tiempo a matar a la familia. -Knyh se encogió de hombros, restándole importancia al rumor-. Es lo que todos dicen, pero ya sabe que no son más que rumores. Nadie cree en esas cosas y quien lo hace nunca llegará a comprobarlo con sus propios ojos. Así que no veo qué interés pueda tener un caballero como usted en rumores infundados -el escribano trató de camuflar sus preguntas entre frases educadas.
Alakrad Vindor
Alakrad Vindor
Humano
Nombre : Alakrad Vindor
Escuela : Santa Academia
Bando : Dios del Centro(La Diosa)
Condición vital : Vivo
Cargo especial : Caballero Inquisidor
Rango de guerrero : Guerrero Experto en espadas a una mano, Guerrero aprendiz (espadas, dos manos) aprendiz(Guardián de la fe)
Clase social : Nobleza
Mensajes : 35
Fecha de inscripción : 10/11/2015
http://www.latorre.foroactivo.mx/
http://www.latorre.foroactivo.mx/
http://www.latorre.foroactivo.mx/
http://www.latorre.foroactivo.mx/
http://www.latorre.foroactivo.mx/
El hombre que por el aspecto debía tener unos treinta años le devolvió una mirada serena con la que pareció escrutarlo con disimulo, el mismo que usó para esconder entre sus palabras preguntas indirectas. Unas palabras que hicieron brotar en Alakrad la esperanza y también el deseo de venganza pero no dejó que aquello se reflejase en su gesto el cual permaneció relajado. El escribano recalcó su última frase como pretendiendo restarle importancia pero algo le decía que aquél hombre sabía más de lo que de su boca salía. Dudó sobre qué debía responder, le había dado un rumor de forma amable y cortés pero con unas preguntas escondidas que según él cuyas respuestas le facilitarían su trabajo. Decir su nombre sería demasiado arriesgado aunque tampoco quería mentir pues no quería ser mentido, decidió dar un voto de confianza pues precisaba de toda la información que aquél hombre pudiese darle, y al fin y al cabo, si lo engañaba siempre podría volver para matarlo.

Se echó hacia adelante apoyando ambos antebrazos en la mesa para acercarse al escribano y dijo en voz baja para que solo él lo escuchase - Mi nombre es Alakrad Vindor, y mis intereses creo que pueden ser fácilmente interpretados por alguien tan perspicaz como tú - Volvió a su posición inicial pero en sus ojos podía verse la amenaza silenciosa de aquél que no quiere dar a conocer ciertos detalles a terceros - En cuanto a mis intenciones son sencillas, necesito que me digas todo lo que sabes, - Dio una barrida por la taberna con la mirada para fijarla de nuevo en los ojos del hombre - y necesito que me lo digas ahora. Porque no esperarás que me crea que un escribano tiene la misma información difusa que tiene todo el mundo ¿verdad? - Su tono no era amenazante pero tampoco admitía réplica. Se había dado cuenta de que la noche había caído ya sobre sus cabezas y no tenía intención de pasarla allí, no con aquella gente.

Cuando terminó de hablar metió la mano entre los pliegues de su túnica para sacarla sujetando un saco de tamaño medio que no dudó en abrirlo frente a las narices del escribano, del saco salieron varios reales que se amontonaban a decenas dentro, más que suficiente para comprar una casa acomodada, pero con un hábil movimiento lo cerró de nuevo y lo escondió entre sus prendas dándole a entender que el dinero vendría después de que él hablase.
Knyh
Knyh
Humano
Nombre : Knyh Driak Monte Blanco
Escuela : La Torre
Bando : La Diosa
Condición vital : Vivo(Kin-Shannay)
Cargo especial : Cronista y Escribano
Rango de mago : Aprendiz de segundo grado
Clase social : Noble(Exseñor de Monte Blanco)
Mensajes : 56
Fecha de inscripción : 30/05/2016
http://www.latorre.foroactivo.mx/
http://www.latorre.foroactivo.mx/
http://www.latorre.foroactivo.mx/
http://www.latorre.foroactivo.mx/
http://www.latorre.foroactivo.mx/
Las voces de la taberna, los gritos y los cantos de los más borrachos en aquella fresca noche de verano taparon la confesión de aquel hombre de aspecto rudo. Alakrad Vindor, un nombre que Knyh no esperaba escuchar nunca en su vida. Aquel nombre hizo que el escribano levantara una ceja, incrédulo, divertido, interesado... Alakrad no necesitó explicar sus motivos, pues el escribano lo entendió todo en cuanto escuchó su nombre. Cierto es que muchos hombres buscan venganza. Cierto es que muchos hombres buscan justicia. Y Knyh era sólo un hombre de letras. Las intenciones del Alakrad eran simples y claras, desde un principio: quería saber si aquel rumor no era más que un rumor. La peor parte era el plazo, pues aquel hombre quería la información en ese preciso momento, y no había dudado en mostrar una sustanciosa recompensa monetaria. Sin duda, era un hombre desesperado, se le notaba, pero Knyh no era nadie para juzgarlo, era un simple y modesto escribano.

Se había dado cuenta del gesto de aquel hombre cuando guardó la bolsa de dinero. Era un gesto que daba a entender que, cuando obtuviese lo que quería, daría lo que había enseñado. Sólo había vislumbrado algunos reales, pero la bolsa era pesada y su interior repicaba, dándole a entender que, con lo que había allí dentro, tendría para cuanto desease. Y todo cuanto deseaba el escribano era una casa en Garnalia donde comenzar su biblioteca privada. En esa bolsa había esperanzas, el comienzo de su sueño, pues tendría para una casa con el tamaño adecuado para ello. En las palabras que dijera a continuación estaría la llave.

-Sí que es cierto que un escribano como yo sabe muchas cosas. Asimismo, la información que pueda reunir siempre requeriría tiempo y, por supuesto, no me atrevería a deshonrar mi trabajo -el escribano soltó la pluma y la limpió con un trozo de tela que ya había sido utilizado. Tapó el tintero y empezó a guardar sus cosas-. No obstante, usted es un hombre de justicia, se le nota en el porte -Knyh esperaba aplacar la furia interna de aquel hombre con halagos mientras reordenaba los recuerdos que su nombre le había suscitado-. Es por eso que podría hacer una excepción en este momento -terminó de guardar sus cosas en la cartera y acercó la cabeza por encima de la mesa, imitando el gesto confidente de Alakrad cuando éste le confesó su nombre-. No quiero darle falsas esperanzas pero, hace unos años me ocurrió algo bastante extraño. Un elfo me pagó para que le hiciera un testamento, parecía desesperado, pero saludable. Tenía el aspecto de un hombre que huye de la muerte. O un loco, pues eso pensé de él cuando me hizo escribir sus deseos. El hombre le dejaba a su hijo “Alacrán Vindor” un libro titulado “Ruinas de Mirnama: misterios y encrucijadas” -el escribano hizo una pausa para que Alakrad asimilase la información y atase cabos-. Pensé que estaba loco, por supuesto. Todo el mundo sabe que un elfo no puede ser de la casa Vindor. Y no conocía a nadie con un nombre tan absurdo como “Alacrán”. Sin embargo, su nombre guarda cierto parecido que ha llamado al recuerdo de aquel día y me hace sospechar que aquel testamento fuera un mensaje, más que un testamento -a Knyh le empezaba a temblar las manos, por lo que las apoyó sobre la mesa y cerró los puños. Nunca imaginó que uno de sus trabajos más mediocres fuera, en realidad, un mensaje cifrado para un superviviente de la casa Vindor-. De hecho, en mis años como escribano he tenido la oportunidad de leer muchos libros y acceder a varias bibliotecas -no quiso especificar que una de ellas era la de la Torre-. En todo ese tiempo nunca hallé título parecido -de nuevo, otra pausa. Era hora de que Alakrad atara cabos él mismo, antes de decirle lo último que sabía- Cuando el elfo terminó me pagó una suma de dinero bastante por encima de lo que le habría pedido y desapareció, sin llevarse el testamento ni dar el libro para que se lo entregara a su futuro propietario.

El escribano volvió a su posición normal en el asiento. Se recostó sobre el respaldar, nervioso, pero reflejando serenidad en su rostro. Las manos aún le temblaban, y evitaba retorcerlas en el regazo mientras esperaba una respuesta o señal afirmativa de ese hombre. Si, por otro lado, Alakrad no estaba convencido de aquello, podía prometerle el testamento. Era cierto que no llevaba allí aquello, pero todos sus trabajos están guardados en la estantería de mi habitación de la Torre, al menos los más recientes. Aquel era mucho más antiguo, sin duda, y era probable que estuviera en la mansión de Monte Blanco. Parecía su mi hermano tendría que volver a ayudarlo, aunque esta vez fuera enviando mi trabajo a Alakrad Vindor. El hecho de que un Señor, noble como él, le enviase aquel trabajo lo convencería de su autenticidad. Y si eso no lo hacía, podría comprobar la fecha en el sello del testamento, pues los sellos los repartía el reino a los escribanos cada año, como muestra de legalidad y autenticidad de los documentos que los escribanos realizasen.
Alakrad Vindor
Alakrad Vindor
Humano
Nombre : Alakrad Vindor
Escuela : Santa Academia
Bando : Dios del Centro(La Diosa)
Condición vital : Vivo
Cargo especial : Caballero Inquisidor
Rango de guerrero : Guerrero Experto en espadas a una mano, Guerrero aprendiz (espadas, dos manos) aprendiz(Guardián de la fe)
Clase social : Nobleza
Mensajes : 35
Fecha de inscripción : 10/11/2015
http://www.latorre.foroactivo.mx/
http://www.latorre.foroactivo.mx/
http://www.latorre.foroactivo.mx/
http://www.latorre.foroactivo.mx/
http://www.latorre.foroactivo.mx/
En la oscuridad de la noche, tan solo iluminada por la luz proveniente de aquellas lámparas en la taberna, el escribano comenzó a hablar. Al parecer el hecho de haber dicho mi nombre lo cambiaba todo, y a mejor. Aceptó que él tenía más información que los simples rumores que volaban de boca en boca pero antes de comenzar a hablar él tomó la misma postura que había escogido antes para no ser escuchado. Le habló de un elfo que había dejado un testamento que resultaba ser un libro, un libro que seguramente sería una pista. Alakrad frunció el gesto, era mucha casualidad que el hombre viviese en Vinteren Riv, en un lugar que nadie a conseguido encontrar, y que un elfo dejase un libro que tenía que ver con una región concreta de Vintere Riv, y como buen hombre de fe, no creía en las casualidades, a veces incluso dudaba de los caminos del señor.

Alakrad se quedó unos minutos observando las manos del escribano hasta que éste las escondió bajo la mesa, estaba nervioso aunque su rostro mostrase serenidad, ese nerviosismo hizo dudar a Alakrad de la veracidad de sus palabras sin embargo era lo único que había conseguido averiguar en años. - Menos da una piedra - Dijo con sorna; tras hacer una pausa le miró a los ojos - Parece usted un hombre legal, de cierta palabra, por ello voy a creerlo. - Respiró hondo y continuó - Supongo que no tendrá dicho testamento entre sus pertenencias ahora mismo, por lo que a mi regreso me agradaría que me lo enviase como correspondencia a mi casa. Y por último hablaremos del dinero. - Otra pausa sobrevino al gesto que hizo Alakrad para sacar el saco y ponerlo de nuevo sobre la mesa depositando la mitad de las monedas sobre la mesa, lo que atrajo más de una mirada pero de nuevo fueron desviadas debido a la que el propio Alakrad les dedicaba. - La otra mitad te la daré cuando regrese de mi travesía, si es cierto lo que dices te pagaré. Así me aseguro de que volveremos a vernos. Si por el contrario fuese mentira.. - No acabó la frase, no hacía falta. Guardó de nuevo el saco ahora notablemente más ligero y menos voluminoso. - ¿Alguna objeción señor escribano? - Preguntó con un tono ambiguo que no mostraba sentimiento alguno.
Knyh
Knyh
Humano
Nombre : Knyh Driak Monte Blanco
Escuela : La Torre
Bando : La Diosa
Condición vital : Vivo(Kin-Shannay)
Cargo especial : Cronista y Escribano
Rango de mago : Aprendiz de segundo grado
Clase social : Noble(Exseñor de Monte Blanco)
Mensajes : 56
Fecha de inscripción : 30/05/2016
http://www.latorre.foroactivo.mx/
http://www.latorre.foroactivo.mx/
http://www.latorre.foroactivo.mx/
http://www.latorre.foroactivo.mx/
http://www.latorre.foroactivo.mx/
En la Taberna, El Tesoro Hundido, dos hombres cerraron un trato. Dos hombres, uno de letras, el otro de justicia. Alakrad Vindor, aquel caballero de firme determinación, había aceptado la información como cierta y ofreció el pago. O más bien la mitad del pago, un adelanto. La otra mitad sería del escribano una vez regresase de su aventura en los confines del mundo. Knyh sabía que aquel viaje era una locura, y probablemente ese hombre no regresase nunca. Media casa era mejor que nada, y estaba conforme con el trato. Aún así, la promesa de la otra mitad de la casa era tentadora, y era una oportunidad que no podría desaprovechar.

-Yo sé que es usted un hombre de palabra, se le nota en el gesto. Mas yo soy un hombre de letras. Para ambos, hay algo que valoramos por encima de nuestro orgullo, una promesa y un contrato. Es por eso que le propongo un trato, puro trámite, confío en su palabra, pero el papel aporta confianza. Así pues -Knyh volvió a sacar sus enseres y escribió algo en un papel y luego se lo mostró a Alakrad. Era un contrato en el que Alakrad prometía la misma cantidad que le debería dar cuando regresase de su búsqueda a cambio de la información que Knyh le aportaba-, debería firmar esto y nuestro trato quedaría cerrado.

-No tengo reparo alguno, mas me gustaría saber su nombre y primer apellido para formalizar el contrato -y para poder buscarlo si lo había engañado.

Alakrad sacó su propia pluma de entre los pliegues de su túnica que, increíblemente, se conservaba en perfecto estado, y la mojó en el tintero del escribano. Firmó rápidamente tras leer las breves condiciones del contrato. Tras aquello la limpió con el mismo paño que el del hombre y la guardó de nuevo.

-Puesto que, el testamento se encuentra en la biblioteca de Monte Blanco, me veo obligado a escribir a su señor para que lo mande enviar a su casa. Puede que sea algo lento, pero recibirá la justificación con un sello de Monte Blanco para que usted vea que no le miento. Asimismo, el testamento está marcado con el sello real del año en cuestión, es algo que no se puede falsificar, ya lo sabe, pues es un hombre de justicia -el escribano trató de eludir la pregunta de Alakrad, y que su nombre y apellido siguieran siendo secretos, pues los viajes y trabajos se complicaban si la gente sabía de su clase social.

Alakrad le dedicó una mirada severa, la mirada de un hombre que conoce su posición y que sabe que tiene derecho sobre otros hombres. No es que Knyh se enorgulleciera de ser noble, pero no podía permitirse enemistarse con un noble que, a todas luces, era un inquisidor. Así pues, y pese a que su modestia le decía que no lo hiciera, Knyh se presentó, orgulloso, nombre, apellido y título en boca.

-Mi nombre, caballero, es Knyh Driak de Monte Blanco. Legítimo señor de Monte Blanco, capital de la Región de Irén y hermano mayor de Mell Driak de Monte Blanco, del cual recibirá la carta que le comenté anteriormente -el escribano se hinchó al hablar, como noble. Puro teatro, para enfatizar su noble casa, su noble causa... De este modo, Alakrad no tendría motivo para desconfiar de su palabra-. Espero su regreso y que encuentre su objetivo. Espero también que me brinde la oportunidad de escuchar sus aventuras por los confines del mundo cuando volvamos a encontrarnos para el cumplimiento y resolución del contrato.

Alakrad escuchó atentamente sus palabras, cuando terminó de hablar se le quedó mirando. Corrían rumores de que cierto hombre, relacionado con los Monte Blanco, había partido hacia la torre para estudiar su Don, la magia. Un rayo pasó por la mirada de Alakrad, pero fue tan rápido que incluso alguien que lo hubiera visto pensaría que había sido imaginación suya. Estaban demasiado cerca de la Torre, pero tampoco tenía mucha información al respecto. Prefirió apartar el tema, además, aquel hombre le había ofrecido su ayuda.

-Encantado, Knyh Driak. Tus orígenes dan credibilidad a tus palabras -dijo en voz alta y firme, aunque continuó en un susurro más para si mismo que para Knyh-, sólo faltan que sean veraces.

-Me disculpo, caballero, pero he de marchar. Me ha dado usted una cantidad considerable de dinero -dijo mientras guardaba los duros y pesados reales en su bolsa- y este lugar está lleno de personas que venderían a su madre -siguió guardando el resto de sus cosas. Selló el contrato con el sello real de ese año. Hizo lo mismo con una copia y se la entregó a Alakrad-. Es por eso que, esta noche, no podré hospedarme aquí. Usted es un caballero, por lo que veo, que sabe defenderse -dijo refiriéndose al bulto que ocultaba tras la capa: su espada. Terminó de guardar sus cosas y se levantó-. Mas, un escribano como yo sólo cuenta con papel, tinta y un bastón de viaje. Dudo mucho que este amuleto me proteja de las personas, pues sólo lo llevo para ahuyentar a los demonios -esa última palabra la dijo como escupiéndola. Cogió su bastón, se colgó su cartera y se despidió de Alakrad con una inclinación de cabeza, solemne, pero sin llegar a ser del todo formal. En un lugar como aquel no era bueno destacar en modales, pues parecerías débil o rico...Ninguna opción le convenía al escribano, que dejó la taberna en mitad de la noche, temiendo más a los hombres que a las bestias de las montañas.

Había emprendido la vuelta al valle, a la Torre, a su futuro. Una oscura noche de verano.

~Fin~
Contenido patrocinado

- Temas similares


Cambiar de escuela