Alakrad Vindor
Alakrad Vindor
Humano
Nombre : Alakrad Vindor
Escuela : Santa Academia
Bando : Dios del Centro(La Diosa)
Condición vital : Vivo
Cargo especial : Caballero Inquisidor
Rango de guerrero : Guerrero Experto en espadas a una mano, Guerrero aprendiz (espadas, dos manos) aprendiz(Guardián de la fe)
Clase social : Nobleza
Mensajes : 35
Fecha de inscripción : 10/11/2015
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Palabras de viento [Post único]por Alakrad Vindor, Dom Jun 05, 2016 10:11 pm
Durante semanas había estado practicando con el mandoble, además con la ayuda del general Lacio su técnica había mejorado notablemente; pese a que ambos eran espadas, manejar una espada larga y un mandoble eran cosas diferentes, si bien podían parecerse en el ataque las técnicas, los movimientos que debía efectuar uno no se parecían en nada a los de la espada a una mano. Cuando luchaba con Lacio este daba cuenta a su título, aun así siempre parecía tener una técnica limpia y precisa la cual yo envidiaba y al mismo tiempo trataba de imitar. Es por ello que ahora había cambiado mi armamento por un mandoble, una espada larga de una mano y un escudo. Pero el general no era el único que le enseñaba, había descubierto en el maestro de armas un buen maestro que lo instruía con paciencia y se veía reflejado en cada estocada y giro que mejoraba día tras día; incluso cuando ya caía la noche él continuaba entrenando con los postes de madera,  monigotes con escudo y contrapesos pues la palabra descanso no estaba en su vocabulario.

En lo referente a entrenamiento estaba cubierto y por consejo del general trató de entablar relación con algunos miembros de la Inquisición. De momento había conocido a ocho, uno de los cuales era ya un veterano con la especialidad de Guardián de la Fe, se llamaba Helm, espada de piedra lo llaman; también había una mujer, Ralia de unos veinticinco inviernos, un tanto más joven que él pero totalmente diestra en el uso de la espada, la lanza y el escudo, una verdadera joya agraciada también en la imagen aunque en esto último Alakrad no había mostrado interés alguno.  Los otros seis no eran malos hombres pero no había podido conocerles más a fondo que sus nombres y experiencia.

Mientras pensaba en todo esto observó el Mar de Celathia, sereno y azul, aquellas aguas cristalinas tan solo eran perturbadas por el ligero bamboleo de aquél maravilloso velero bergantín. Siempre había amado el mar, sin embargo no a los marineros; echó una mirada recelosa al capitán pero seguía igual que siempre, con aquella inquietante sonrisa y aquellos pequeños ojos que se agrandaban cuando veían oro. No le podía culpar sin embargo, la mayoría de los comerciantes eran así, lo único bueno era que con que les pagases no hacían preguntas y preguntas eran lo último que él necesitaba en aquellos momentos, más bien iba en busca de respuestas.

Se levantó de un salto ante el grito de uno de los marineros, el magnífico puerto de Nadga, tan espléndido como lo recordaba. Aquél era un puerto rico y bien posicionado estratégicamente, y la Inquisición lo sabía, por eso siempre lo observaba de cerca. Pero no había venido como Inquisidor aquél día, sino como alguien normal que necesita recurrir a métodos normales. Una brisa alegre estuvo a punto de quitarle la capucha pero la sujetó con firmeza.

Aprovechó el atraque para pasear entre los barrios y comprar una túnica ligera de color gris que le tapase todo el cuerpo pero no se la puso hasta volver al barco. En el camino encontraba mucha gente que lo miraba con desconfianza, su aspecto intimidaba y más de una madre sujetó a su hijo al pasar él, pero aquello no le molestaba pues ya estaba acostumbrado. Lo único raro fue la mirada de reojo que le dirigió uno de los comerciantes la cual si bien aparentemente no tenía diferencia con las demás, tuvo un sentimiento de inquietud pero no pudo observar más porque el hombre se dio la vuelta perdiéndose entre las prendas mientras el barco se alejaba de la costa rumbo al valle de los lobos.

La travesía total duró cuatro días hasta que tomaron tierra en el puerto de Agnolia donde alquiló un caballo para llegar al Fuerte Lanzanegra.
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