Mientras llegaba al puerto de Ewë veía como las primeras luces del alba reflejaban en las tranquilas aguas de l océano, creando cientos de destellos y colores que eran reflejados por los mascarones metálicos de los grandes e inmensos barcos que cubrían todo el puerto, se podían ver velas y mástiles de todos los colores tamaños y formas posibles, cuando llegué, bajé del gran carruaje dorado que me había prestado mi padre,''Ya se me había olvidado lo cómodo que es ser Conde'' a mi padre no le hacia mucha gracia que me fuera de Elendë para irme a los territorios humanos para estudiar allí, pero yo ya era un mago consagrado, además de que ya hacia tiempo que había cumplido los 180 años y podía irme a donde yo quisiera,
cuando me iba a dirigir al muelle, me di la vuelta y le di unas monedas de propina al conductor del carruaje, después me dirigí al que parecía el capitán del barco mas grande de todos.

-Perdone, usted no sabrá de un barco que se dirija a Garnalia del norte?-. Cuando el hombre se giró, me fijé en que ya estaba entrado en años y en carnes, además de que le faltaban varios dedos de la mano derecha.
El hombre frunció el ceño cuando se lo pregunté.

-Y para que quiere un mago ir a Garnalia, teniendo la escuela del bosque dorado? que tiene Garnalia que no tenga Elendë?- se notaba que aquel hombre no le tenia mucho cariño a los humanos y sobretodo que era un señor de lo mas patriótico.
Intentando ser amable, (sobre todo por que aun no me había respondido a mi pregunta) le respondí.

-Me gustaría ir al reino de la noche, sabría de algún barco que me pudiera llevar?-
El hombre no muy convencido con mi respuesta, me respondió.

-Yo no se nada, si quieres ir al otro lado del mar tendrás que ir tu solito, además siendo mago seguro que no tendrás problemas.- aquel hombre mentía muy mal, me estaba enfadando por sus respuestas impertinentes.

-Recuerde, que soy un mago, como usted muy bien a dicho, así que no me provoque sino quiere que lance un conjuro de lo mas desagradable.-
Con esa intención, murmuré algunas runas y mi mano se iluminó con un suave tono verdoso, alcé la mano para que pudiese ver el hechizo con claridad. En realidad solo era un pequeño hechizo de parálisis que lo tendría inmovilizado apenas unos segundos, pero el no lo savia, por que se le puso el rostro blanco como la nieve.

-Esta bien, esta bien! el único barco que se dirige a Garnalia del norte ahora mismo es un barco comercial, capitaneado por Al'jehk un joven elfo que se cree que por que su padre le mando capitán antes de lo previsto, ya es el mejor capitán de barco de toda Elendë, un día se va a buscar mas de un problema, en fin podrás encontrar el barco casi al final del puerto .- me dijo señalando hacia mi izquierda.
Utilizando el hechizo de levitación me elevé un par de metros para ver si lo veía, pero el puerto era gigantesco y no lo veía, estaba muy lejos. Dije unas runas mágicas y de la espalda me salieron unas blancas alas, batiéndolas un poco, pronto me encontré volando por encima de los barcos y de la gente, cuando estaba a punto de salir del puerto, vi un barco que encajaba con la descripción del capitán, había un elfo joven, puede que un poco mayor que yo, que le estaba gritando a un hombre de mediana edad, por que se le había caído una caja que probablemente contenía algo valioso, aterricé con cuidado y deshice las alas de mi espalda, veía como todas las personas del puerto me miraban de reojo de vez en cuando, no me importaba, me dirigí hacia el elfo.

-Perdón, eres el capitán Al'jehk?.-

-Si soy yo, que quieres?- dijo volviéndose hacia mi con gesto grosero, pero en cuanto vio mi túnica enmudeció de repente.

-He oído que este barco va Garnalia del norte, me preguntaba si podríais llevarme.- dije sacando de entre los pliegues de mi túnica una bolsita de cuero que tintineaba cuando la movía.-Con esto será suficiente?- vacié la bolsa en las manos del elfo, cayó un pequeño montón de monedas de oro.

-Por supuesto, mago, partiremos ahora mismo, por favor suba.- dijo mientras su rostro se dulcificaba mientras miraba las monedas relucientes, me hizo un gesto para que subiera a la cubierta del barco.

En apenas hora y media, el barco empezó a moverse y pronto nos encontramos muy lejos de la costa, ahora empezaba mi viaje.